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actualización de 1995 por la Fundación
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Éxodo
25:17-22 El Trono de la Gracia de
Dios -- Su Propiciatorio
Muchos
estudiosos han observado que casi todas las
expresiones empleadas para describir el significado
del tabernáculo también se utilizan en referencia al
cielo. Esto es así porque el tabernáculo terrenal
siguió el modelo del que está en el cielo (Éxodo
25:9, 40; 26:30; 27:8; Números 8:4; Hechos 7:44;
Hebreos 8:1-5; 9:11-12).
¿Cómo es
posible para un Dios tres veces Santo morar en medio
de un pueblo pecador? El acuerdo
de Dios en ambos, en el Antiguo y el Nuevo
Testamento, es por medio de la sangre de la
expiación, rociada sobre el Propiciatorio -- el
trono de la misericordia de Dios.
El trono
de Dios es un trono de sangre rociada. No existe
otra forma de acercarse a un Dios
santo.
Nada fue
dejado al azar en algo tan serio como el encuentro
de un Dios santo y justo con el hombre pecador. Esto
fue un asunto serio. El Tabernáculo simbolizaba el
único camino en que un pecador puede acercarse a
Dios.
Dios
reveló el camino de acercamiento para el hombre en
los libros de Éxodo y Levítico. El hombre puede
llegar a Dios sólo a través del derramamiento de
sangre. Hemos observado la incipiente enseñanza
sobre este tema en Génesis 3:21; 4:4; 8:20-21;
15:12ff; 22:8, y el Éxodo 12:13, 23.
La
enseñanza clara en el simbolismo del Tabernáculo es
la expiación por el pecador culpable en el
Propiciatorio. Dios declaró Su santidad y puso en
manifiesto el propósito de la redención. Declaró
cómo Él podría ser un Dios justo y, al mismo tiempo
justificar al pecador culpable (Romanos 3:26-30).
El
Tabernáculo representa vívidamente el lugar del
sacrificio en el fluido y rociamiento de la sangre;
y la llegada del perfecto Cordero de Dios que
quitaría el pecado del mundo. Interiormente
simbolizo el lugar donde Dios se encontraba con el
hombre pecador en el Propiciatorio.
El
Tabernáculo estaba compuesto por dos habitaciones
separadas por un espeso velo o cortina tejida. La
primera habitación se accedía desde el exterior y
era llamado el Lugar Santo. La segunda habitación se
accedía desde el Lugar Santo y fue llamado el Lugar
Santísimo. Sólo había una pieza de mobiliario en el
Lugar Santísimo y era el Arca de Pacto con el
Propiciatorio encima de él.
EL ARCA
DEL PACTO
El Arca
del Pacto era un cofre cerca de 23 pulgadas de
ancho, 39 pulgadas de largo y 23 pulgadas de alto,
hecho de madera y cubierto de oro por dentro y por
fuera en todos sus lados. Dentro de este cofre había
una vasija de oro con el maná, las dos tablas de la
Ley y la vara floreciente de Aarón. El cofre estaba
montado sobre cuatro patas y tenía cuatro anillos
para los dos polos cubiertos de oro por los que se
cargaba el arca. El rey David llamó el Arca "el
estrado de los pies de nuestro Dios" (1 Crónicas
28:2).
El Arca
contenía el testimonio de Dios para Israel. El Arca
del Pacto estaba "cubierta de oro por todas partes,
en la que estaba una urna de oro que contenía el
maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas
del pacto" (Hebreos 9:4, RV 1960). El servicio del
Tabernáculo no tenía sentido y ni valor sin el Arca
del Pacto. Simbolizó el lugar donde Dios en Su trono
se reunió con Su pueblo.
Los
eruditos Judíos han señalado con frecuencia que el
Arca era un símbolo de que Dios estaba presente
entre su pueblo y que Su bendición del pacto
descansaba sobre ellos. El santuario fue construido
para ningún otro propósito, sino para ser como una
casa, una morada para el Arca (cf. Éxo. 26:33).
El Arca
contenía las tablas del pacto o los Diez
Mandamientos que expresaban las obligaciones del
pueblo escogido de Dios. Cristo es la única persona
que ha vivido según las exigencias de la ley.
El Arca
contenía una urna de maná como un testimonio de la
provisión de Dios para Su pueblo durante su viaje de
cuarenta años antes de que entraran en la tierra
prometida. Ésta anunciaba a Cristo como el Pan de
Vida. La provisión diaria de maná demostraba la
gracia de Dios ante la necesidad de Su pueblo en el
desierto.
El tercer
instrumento era la vara
de Aarón que reverdeció recordó al pueblo
sobre la rebelión contra el liderazgo de Moisés y
Aarón (Números 17). La vara de Aarón había echado
brotes, y floreció, y dio almendras. Éste fue un
testimonio en contra de los rebeldes. La vara muerta
de madera de almendro recibió la vida y dio frutos,
al igual que el Mesías escogido de Dios vino a la
vida después de Su crucifixión y hasta hoy da fruto.
El Arca es
conocida por varios nombres en el Antiguo
Testamento. Es "el arca del testimonio" (Éxodo
25:22), "El Arca del Pacto" (Números 10:33), "El
arca del pacto de SEÑOR" (Josué 3:17), "el Arca de
Dios" (1 Samuel 3:3), "el Arca de Jehová el SEÑOR
Dios" (Yahvé) (1 Reyes 2:26). Es "el arca santa" en
2 Crónicas 35:3, y "el arca de tu poder" (Salmo
132:8).
Fue
cargada en el desierto, de un lugar de acampar a
otro, por dos polos cubiertos de oro llevados en los
hombros de los Levitas (Éxo. 25:12-15; cf. 2 Samuel
6:2-11).
El Arca
del Pacto tipifico a la persona
de nuestro Señor Jesucristo. El Propiciatorio es el
lugar donde Dios recibió al representante de Su
pueblo purificado por la sangre. Éste era el lugar
de la misericordia.
EL
PROPICIATORIO
Una capa
sólida de oro puro formo la tapa en la parte
superior del Arca, y fue llamada el Propiciatorio o
kapporeth. Era la cubierta o techo en el Arca
y significo el recubrimiento o la eliminación de los
pecados por medio del sacrificio expiatorio. El
Propiciatorio significa el lugar de propiciación.
Recibió su nombre de la sangre de la propiciación,
que fue rociada sobre el en el Día de la Expiación
(Lev. 16). Es el lugar donde la justicia y la
misericordia se encuentran. La sangre de la víctima
inocente en el Propiciatorio se encuentra con las
exigencias de la Santa Ley de Dios. El trono de la
gracia del Antiguo Testamento era el lugar donde
Dios exhibió Su presencia, y se encuentra con el
hombre a través de Su gracia.
La
cubierta del cofre de oro sólido puro fue de 23
pulgadas x 39 pulgadas y el más valioso de todos los
instrumentos sagrados. Tenía dos querubines (pl. de
"querubín") uno frente al otro moldeado en la tapa.
Estos querubines de oro, probablemente representaban
a ángeles con alas en presencia de Dios simbolizando
Su santidad.
Éxodo
25:17-22 describe el Propiciatorio.
"Y harás
un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de
dos codos y medio, y su anchura de codo y medio.
Harás también dos querubines de oro; labrados a
martillo los harás en los dos extremos del
propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un
extremo, y un querubín en el otro extremo; de una
pieza con el propiciatorio harás los querubines en
sus dos extremos. Y los querubines extenderán por
encima las alas, cubriendo con sus alas el
propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro,
mirando al propiciatorio los rostros de los
querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del
arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te
daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo
de sobre el propiciatorio, de entre los dos
querubines que están sobre el arca del testimonio,
todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel."
El
Propiciatorio era el trono de Dios aquí en la tierra
en medio de Su pueblo escogido. En el Lugar
Santísimo estaba la gloria Shekinah, que simbolizo,
en representación visible, la presencia de Dios
entre los querubines sobre el propiciatorio. En el
rociado de la sangre en el Día de la Expiación,
representa a un Dios santo que se encuentra con el
hombre pecador en el Propiciatorio.
El
Tabernáculo deja claro que el pecador no podía
acercarse a Dios por mérito propio. Estaba condenado
ante los ojos de Dios. "El alma que pecare esa
morirá" (Ezequiel 18:4). "La paga del pecado es
muerte" (Romanos 6:23). Esto no es el producto de la
imaginación o la paranoia de una mente enferma. Es
la verdad objetiva. El pecado separa al hombre de
Dios. Un Dios Santo expulsa al hombre pecador fuera
del Tabernáculo por las paredes y los velos.
Nuestros pecados nos expulsan de la presencia de un
Dios tres veces Santo.
Sólo en el
Día de la Expiación, Yom Kippur, una vez al
año, una sola persona entraba en el velo del Lugar
Santísimo y rociaba la sangre del sacrificio sobre
el propiciatorio (Levítico 16:13-16). "Tomará luego
de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo
hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el
propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de
aquella sangre" (Levítico 16:14). Esto predecía, en
una manera figurativa, el día en que nuestro Gran
Sumo Sacerdote atravesaría el velo y haría expiación
por nuestros pecados. La sangre del sacrificio por
el pecado fue rociada sobre el Propiciatorio que
constituía el trono de Yahvé. Allí Su santidad y la
justicia infinita se encontraron con Su
misericordia. Dios estaba satisfecho con el
sacrificio sustituto por el pecado.
CRISTO
ES NUESTRO PROPICIATORIO
Sobre Su
trono de gracia, el Señor nuestro Dios se encuentra
con el hombre pecador en el Calvario. Jesucristo
derramó Su sangre santa y pura
por nuestros pecados de una vez por todas, alejando
la ira de Dios y derribando el muro que nos separa.
En la cruz Dios juzgó y lidió con nuestros pecados.
Cf. Hebreos 10:10-14, 19-31; Romanos 5:8-10; 1 Pedro
3:18; Efesios 2:13.
Cristo es
nuestro Propiciatorio (Romanos 3:24-25). Él es
nuestro "Sacrificio Propiciatorio." El pecador
creyente esta " siendo justificados gratuitamente
por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación
por medio de la fe en su sangre, para manifestar su
justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados…"
La palabra
griega traducida como "propiciación" o "un
sacrificio propiciatorio" en Romanos 3:25 es
idéntica a la que se traduce "propiciatorio" en
Hebreos 9:5. Nuestros pecados fueron eliminados por
medio del sacrificio expiatorio de Jesucristo.
Cristo es nuestro Propiciatorio, en virtud de la
propiciación que Él ofreció a Dios. Él es nuestra
"propiciación" (1 Juan 2:2; 4:10). Él es el
sacrificio que satisfizo la justicia de Dios
ofendido. Las exigencias justas de Dios se habían
cumplido y satisfecho a través de la muerte de
Cristo en la cruz.
"Por lo
cual (Cristo) debía ser en todo semejante a sus
hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel
sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para
expiar los pecados del pueblo" (Hebreos 2:17) "Y él
es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de
todo el mundo" (1 Juan 2:2).
Jesucristo
entró en un Tabernáculo no hecho de manos. "Ahora
bien, el punto principal de lo que venimos diciendo
es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó
a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,
ministro del santuario, y de aquel verdadero
tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.
Porque todo sumo sacerdote está constituido para
presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es
necesario que también éste tenga algo que ofrecer"
(Hebreos 8:1-3). "Pero estando ya presente Cristo,
sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más
amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de
manos, es decir, no de esta creación, y no por
sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su
propia sangre, entró una vez para siempre en el
Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención"
(Hebreos 9:11-12).
¿Qué ve
Dios cuando entramos en Su presencia? Él ve la
sangre de Jesús (10:19-22). Cuando Él ve la sangre,
Él sabe que todas Sus exigencias en contra de
nosotros se han cumplido en todas Sus fases y Su
justicia ha sido exaltada por medio de la muerte de
Jesús. Él ya no tiene una sentencia en contra de
nosotros. Él nos invita a acercarnos a Él.
Jesucristo es nuestro sacrificio propiciatorio.
Él es el
único medio para alejar la justa ira de Dios hacia
el pecador inmundo. La idea pagana de propiciación
no es encontrada en el concepto
de propiciación del Nuevo Testamento. El hombre en
su naturaleza pecaminosa no puede cambiar la
disposición de un Dios santo y justo. El hombre
pecador no puede producir en un Dios santo una
actitud favorable. Dios es propiciado por Su propia
provisión hecha en el sacrificio vicario, sustituto
y expiatorio de Su Hijo, Jesucristo, en el Calvario.
El hombre pecó y trajo sobre sí la ira de Dios.
Jesús anula el poder del pecado
que separa a Dios y el hombre. Jesucristo es nuestro
revestimiento para el pecado. Su único sacrificio
encarna todos los sacrificios simbólicos en las
enseñanzas del Tabernáculo.
"En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan
4:10).
La ira de
Dios es Su antagonismo establecido, controlado y
santo en contra de todo pecado. La propiciación es
el apaciguamiento de la ira de Dios, por medio del
amor de Dios, a través del regalo de Dios.
Jesucristo es el Gran Sumo Sacerdote y al mismo
tiempo, el sacrificio perfecto por nuestros pecados.
Dios tomó la iniciativa en Su puro e inmerecido amor
y alejo su propia ira, a través de Su propia sangre.
La justicia perfecta de Dios ha sido cumplida.
Nuestra deuda de pecado ha sido pagada totalmente.
La santidad de Dios ya está satisfecha. Por lo
tanto, la ira de Dios ha sido alejada. ¡Gracias a
Dios! Si optamos por ir al infierno es por nuestra
propia elección. Dios ha hecho el revestimiento
perfecto de nuestros pecados en su Propiciatorio.
El apóstol
Pablo resumió perfectamente lo que Dios estaba
haciendo. "Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara
por medio de nosotros; os rogamos en nombre de
Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros seamos justicia de Dios en él" (2 Corintios
5:19-21). Un justo y santo Dios ve la sangre de
Jesús que ha hecho expiación por nuestro pecado, y
Él ve el creyente vestido de la justicia perfecta de
Cristo.
Dios vino
a donde el hombre se reuniría con él en comunión.
Cuando el pecador no podía ir al cielo debido a su
lejanía de la gloria de Dios, Dios en la persona de
Su Hijo vino del cielo a la tierra "para llevarnos a
Dios" (1 Pedro 3:18). Dios ofrece una invitación a
cada uno de nosotros "Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro" (Hebreos 4:16). "Sigamos acercándonos" con
confianza al lugar donde Dios se encuentra con
nosotros en Cristo.
"! Jesús
lo pagó todo,
Todo se lo
debo a Él!"
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