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© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Used
by permission. Escritura
citas de "LBLA"
es la
Biblia de las Américas (c) 1973, y la
actualización de 1995 por la Fundación
Lockman. Usado con permiso.
La
Perfecta Expiación para el Pecado Personal
El día más
importante en el calendario religioso Judío es el
Día de la Expiación (Levítico 16). Es este día
central del Judaísmo aun cuando el sistema de
sacrificios llegó a su fin con la destrucción del
templo en el año 70 d.C. Es el más alto día sagrado
en el Judaísmo.
En el día
de la Expiación el sumo sacerdote entró en el Lugar
Santísimo del tabernáculo en el desierto, y después
en el templo de Jerusalén, para hacer expiación por
los pecados del pueblo de Israel.
La palabra
expiación significa "cubrir" el pecado, y por tanto,
"eliminar", "borrar", "cubrir". De esta
manera el sacrificio "elimina" la culpabilidad del
pecado del hombre ante Dios. La eliminación del
pecado realiza la reconciliación entre el hombre y
Dios. Quizás esta es la razón por lo que los rabinos
Judíos lo llamaron el "Día" o el "Gran Día".
Dios
proveyó el Día de la Expiación para evitar Su ira
por los pecados ya cometidos y garantizar Su
presencia con Su pueblo.
El
sacrificio de la primera cabra y el envío de la
segunda para morir lejos en el desierto, estaban
destinadas a la limpieza de la nación, el
sacerdocio, y el santuario del pecado.
Cada
sacrificio en el tabernáculo alcanzó su clímax en
ese día. Algo quedo sin hacer en el sacrificio
diario y los rituales para cubrir el pecado. Sólo un
día del año, el sumo sacerdote podía entrar en el
Lugar Santísimo y reunirse con Dios ante el asiento
de misericordia. Sólo en el Día de la Expiación
podría el representante de las personas entrar en el
más solemne lugar entre Dios y el hombre. Fue sólo
con el sacrificio de sangre del animal sustituto que
Él podía entrar en nombre del pueblo y él mismo.
¿Por qué
este sacrificio especial por el pecado? Jehová Dios
es un Dios santo que no permitirá el pecado en Su
presencia. Todas las ofrendas juntas por el pecado
no podían proveer por los pecados desconocidos. Con
este sacrificio especial Dios proveyó por una
completa expiación de todos los pecados cometidos
durante el año (Lev. 16:33). ¿Lo
hizo?
En
realidad, el sacrificio de expiación en este día tan
especial no cubre todos los pecados de una vez por
todas, porque tuvo que ser repetido anualmente. Fue
un "tipo" junto con todos los demás sacrificios
Judíos de la expiación, que Dios un día quería
proveer el sacrificio perfecto el Cordero de Dios,
Jesucristo. Nuestro gran sumo sacerdote, Jesús
Cristo, ofrecido a sí mismo en el derramamiento de
su propia sangre en el Calvario para expiar los
pecados del mundo (Hebreos 9:11, 12; Rom. 3:25;
5:9-10; 1 Cor. 5:7; 2 Cor. 5:18-21; Gál. 3:13-14; 1
Ped. 1:18-19; 1 Juan 2:2, 4:10; Apo. 5:9).
La muerte
de Jesucristo es el cumplimiento de todo lo que fue
representado en el sistema expiatorio del Antiguo
Testamento. Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo (2 Cor. 5:19).
El
sacrificio de Jesucristo garantiza nuestra "eterna
redención." Lo que el imperfecto
sacrificio de los animales no puede hacer,
Jesucristo lo hizo de una vez por todas para todos
los que en Él creen.
Cristo nos
representó en Su muerte. Él es nuestro sustituto.
"Uno murió por todos" (2 Cor. 5:14). Nuestro abogado
ante el Padre en defensa de nuestro caso, con Su
sangre (1 Juan 2:2). Dios gentilmente proveyó el
sacrificio perfecto por nuestros pecados. Fue un
acto de gracia de Dios para el hombre pecador. La
muerte de Jesucristo es lo que ofrece expiación por
el pecador. Nosotros podemos venir ante la presencia
de Dios solamente por la sangre (Mat. 26:28; Luc.
22:20; Col. 1:20). La expiación de Jesucristo es de
una vez por todas, nunca se repite.
En el
Antiguo Testamento la idea de la sustitución es
frecuente en la expresión "por nosotros", "por mí".
Jesús "se dio a sí mismo en rescate por todos" (1
Tim. 2:6ª; 2 Cor. 5:21; Marco 10:45). Se convirtió
en una "maldición por nosotros" (Gálatas 3:13). El
derramamiento de sangre fue central para hacer
expiación por el pecado. Una muerte ocurrió. Alguien
murió por el castigo del pecado (Hebreos 9:22; Rom.
5:8; Juan 1:29, 36; 1 Ped. 1:18-19).
Una de las
expresiones más claras de la idea de la sustitución
es la involuntaria profecía del sumo sacerdote
Caifás en el juicio de Jesús en las primeras horas
de la mañana del día en que Jesús murió. "ni pensáis
que nos conviene que un hombre muera por el pueblo,
y no que toda la nación perezca" (Juan 11:50).
Es
fundamental que cada individuo se apropie de la
expiación de Jesucristo por la fe. Nadie más lo
puede hacer por usted. Usted debe poner su fe en
Cristo como su sustituto, a fin de ser salvo del
pecado y de pasar la eternidad con Dios en el cielo.
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia
Blandin
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