Contemplar la Gloria de Dios

 

¿Ha contemplado la gloria de Dios?

La experiencia de todos los creyentes en Cristo se expresa en las palabras del apóstol Pablo, "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu" (2 Corintios 3:18).

Jesucristo vino  para que los hombres puedan ver Su gloria y crean en Él (Juan 20:31). En el milagro de Caná de Galilea, Jesús ¨reveló Su gloria, y Sus discípulos pusieron su fe en Él" (Juan 2:11). Los discípulos vieron Su gloria durante los días que Él hábito como hombre en la tierra, y creyeron que Dios les había visitado.

"Nosotros contemplamos Su gloria." ¿Qué fue lo que vieron? Juan declaró, "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Juan 1:14).

El apóstol Juan literalmente dice, "El estableció su tienda entre nosotros." Él "tabernáculo"  él mismo entre los hombres. Juan tiene en mente el tabernáculo de los Judíos en el desierto, o el "tabernáculo de reunión" portátil, que fue el centro de adoración en la nación Hebrea.

La tienda que alojaba el tabernáculo fue de aproximadamente 45 pies de largo y 15 pies de ancho, y se dividió en dos habitaciones,  una llamada el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. El Arca de la Alianza fue la única pieza del mobiliario en el Santuario también llamado el Lugar Santísimo.

Es importante tener en mente que todo lo relacionado con el tabernáculo es centrado en el culto al SEÑOR Dios. Pero sirvió con un propósito mayor que apunta a la venida del Hijo de Dios, que establecería su tienda entre nosotros para que podamos contemplar Su gloria y adorarle.

El tabernáculo fue el centro de adoración en el Antiguo Testamento. Hoy nos reunimos en torno a la persona del Señor Jesucristo y la adoración al SEÑOR Dios. "Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre" (Efesios 2:18).

El tabernáculo simboliza la morada del SEÑOR Dios. La gloria divina en el Lugar Santísimo simboliza la santa presencia de Dios con Su pueblo.

La segunda persona de la Trinidad se convirtió en un ser humano y "estableció Su tienda entre nosotros." Dios se hizo hombre y vivió entre nosotros. En Él, el hombre puede contemplar la gloria de Dios.

El tabernáculo fue el centro del campamento de Israel en el desierto (Núm. 2:17). Todo centrado alrededor de él. Es muy significativo el hecho de que Jesucristo "es el centro del campamento Cristiano. Él es nuestro lugar de reunión ", señala Boice. Jesús dijo, "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo" (Juan 12:32). "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20).

El tabernáculo fue donde el testimonio del auto revelación de Dios fue protegido. Una copia de la Ley de Moisés fue protegida en el Arca de la Alianza.

Jesucristo vino a cumplir la ley por completo. "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mateo 5:17). Él vino a traer la ley a la plena realización, la perfección y la completa obediencia a ella. De hecho, Jesús fue el cumplimiento completo de su tipo, las profecías y el pago de la pena del pecado.

El apóstol Juan vio que Dios había sido revelado en la carne de Su único Hijo y declaró, "Hemos visto su gloria, la gloria del Único, que vino del Padre." Jesús sustituye el antiguo tabernáculo de Dios. Él en Su carne es la manifestación de la presencia de Dios y el poder sobre la tierra. Dios se encuentra con el hombre hoy y habla con él en el segundo tabernáculo. En lugar de una limitada revelación de Él mismo como fue dada a Moisés (Éxodo 33:20), tenemos la plena, revelación de Dios, "la representación exacta" de lo invisible de Dios en Su Hijo (Hebreos 1:30).

El antiguo tabernáculo era el lugar donde los sacrificios se hicieron para recordarle a la gente de Israel que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos 9:22).

No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:12). No hay salvación, excepto por la fe en el sacrificio perfecto de Jesucristo (2 Cor. 5:21; Heb. 9:11-14). "La sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).

El sacrificio perfecto del Cordero de Dios se ofreció al SEÑOR Dios en el tabernáculo de Su propia carne en la cruz del Calvario. ¿Ha puesto su fe en Él y contempla la gloria de Dios y le adora a Él? Sí, usted puede "contemplar la gloria de Dios" hoy.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin

 

 
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