La pieza más importante del mobiliario en el Tabernáculo de Reunión en el desierto y más tarde, en el Templo de Jerusalén era el Arca de la Testimonio o Pacto, y la tapa de oro llamada trono de misericordia o lugar de la misericordia (Éxodo 25:10-22).

El arca era también llamada "el arca del testimonio" porque contenía el testimonio de Dios al pueblo de Su pacto. En el cofre del arca estaba una urna con maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las dos tablas de piedra en la que fue escrita la Ley de Moisés (25:16, 33; Núm. 17:10; Heb. 9:4). 

El "trono de la misericordia" era una losa de oro montada sobre la tapa del cofre del arca. Una vez al año el Sumo Sacerdote podría entrar en el Lugar Santísimo y hacer expiación por los pecados del pueblo de Israel por rociar la sangre de toros y cabras en el asiento de la misericordia (Levítico 16:2-16).

El arca simbolizando la presencia de Dios con Su pueblo santo y fue colocada en el Lugar Santísimo y separada del resto del tabernáculo por un velo pesado (Éxodo 26:31-33; Heb. 9:3-5). Una persona sin pecado podría ver la gloria de  Dios sobre el arca y vivir (Levítico 16:2).

Nadie sabe qué pasó con el Arca de la Testimonio después de que Babilonia destruyó el Templo en 586 A.C. Lo que sí sabemos es que el nuevo templo construido por Zorobabel y más tarde remodelado por Herodes no contenía el Arca de la Testimonio.

La desaparición del Arca de la Testimonio en el exilio fue  providencial porque la presencia del SEÑOR Dios había desaparecido de encima del asiento de la misericordia mucho antes de la destrucción del templo. Dios había rechazado el culto que se estaba ofreciendo por el pueblo idolatra (Isaías 1:11-14).

La importancia plena y  el cumplimiento del significado de la Arca del Testimonio y el asiento de la misericordia se encuentran en la persona y la obra del Señor Jesucristo.

Cuando Dios envió a Su cordero perfecto para hacer expiación por los pecados del pueblo, la sangre de cabras y los toros ya no eran necesarios el Día de la Expiación. La aspersión de la sangre del perfecto Cordero de Dios  garantiza la eterna redención de los pecadores (Hebreos 9:11-14).

Debido a Su perfecto sacrificio por los pecados una vez por todas, nos anima a entrar con valentía en Su presencia en el  trono de la misericordia en el cielo (Hebreos 4:14-16).

El grueso velo que separaba al hombre del SEÑOR Dios ya no cuelga como una barrera que separa al hombre pecador de la santa presencia de Dios. El velo se rasgó en el momento en que Jesús murió. Cada persona que viene por la sangre derramada de Jesús es bienvenida a Su presencia (Mateo 27:51; Heb. 10:20).

Nosotros siempre somos bienvenidos, por el perfecto sacrificio que Cristo hizo por nuestros pecados.

Cuando Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros, la presencia de Dios se hizo perfecta (Ezequiel 36:27-29; Juan 1:14; 14:16-17). El Arca de la Testimonio fue una sombra de la perfecta morada de Dios con los hombres en la encarnación de Jesucristo.

Ahora nosotros por mucho tiempo para el día perfecto en el cumplimiento de los nuevos cielos y nueva tierra. "Y oí una gran voz del trono, diciendo: 'He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará como su Dios. . . .Y no vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. Y la ciudad no tiene necesidad de sol o de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero" (Apo. 21:3, 22-23).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin