La mayor paz y gozo en todo el mundo es saber que todos mis pecados han sido perdonados por las riquezas de la gracia gratuita de Dios en Jesucristo. Nosotros somos trofeos de Su gracia, ahora y por toda la eternidad.

No hay nada como la gracia gratuita, plena, soberana, incondicional, la gracia eterna de Dios que lidia con todos nuestros pecados. El apóstol cantó "para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia" (Efesios 1:6-7).

No hay ningún límite a la omnisciencia de Dios. No hay ningún límite a Su entendimiento, o de Su gracia. Así como Él tiene conocimiento de todos nuestros pecados, por tanto Su gracia infinita comprende todos nuestros pecados.

¿Cómo puede un Dios santo y justo perdonar todos nuestros pecados en una sola declaración que incluye la absolución? Es porque el pecador creyente es comprado por la sangre. "A Aquel que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos." El apóstol Juan escribió: "Al que nos amó, y [una vez y para todos] nos lavó de nuestros pecados con su sangre" (Apocalipsis 1:5).

"Cuando Dios perdona nuestros pecados, Él borra todos los pecados de los creyentes en el pasado y en su futuro", observó C. H. Spurgeon. "Sin embargo muchos, sin embargo atroces, que tus pecados pueden haber sido, en el momento que usted cree, cada uno de ellos son borrados. En el Libro de Dios no hay un solo pecado contra cualquier creyente cuya confianza está en Cristo, ni uno solo, ni siquiera la sombra de uno, una mancha, o los restos de un pecado que permanece, todos han sido borrados. . ., ¡y cuando el amor de Dios cubre los pecados grandes ese amor también cubre los más pequeños, todos han sido borrados! Cuando Dios perdona, Él perdona todos los pecados, de una vez por todas. . . . Por medio de un sacrificio hay una remisión completa de todos los pecados en contra  de un creyente, y contra él en el futuro. . . no hay ningún pecado en contra de usted, ni va a ser castigado por un solo pecado, porque todos los pecados son perdonados, perdonados completamente, de modo que ni siquiera parte de la sanción será ejecutada en contra de ti" (Sermones de C.H. Spurgeon, Vol. VII, pp. 72-73).

Nuestra redención es total y completa a través de la sangre de Cristo. En el momento en que el pecador cree, su perdón inmediatamente es recibido. ¡Todos sus pecados son perdonados y se han ido para siempre! Todo lo que Dios requiere es que usted crea en Cristo, simplemente en la sangre y justicia de Jesucristo. "El que cree en el Señor Jesucristo, será salvo."

Usted es salvo en el momento en que usted cree. El creyente no es más visto a los ojos de Dios, como un pecador, porque Jesucristo fue castigado por él. El pecador creyente es aceptado en el amado, porque está envuelto alrededor de la justicia de Cristo.

¿Cuánta gracia consume cada día? ¿Cuánta gracia usted requiere de Dios? ¡Una cantidad infinita! El SEÑOR Dios suple la necesidad de todos los santos cada día de nuestras vidas fuera de Sus riquezas ilimitadas de la gracia, y Su bien nunca se agota. Su gracia ilimitada cubre a todos los creyentes a través del tiempo y la eternidad.

Por otra parte, Dios nos ha vestido con la túnica de Su justicia. Jesucristo pasó Su vida tejiendo mi túnica de justicia. Nuestra túnica es divina, completa y es hecha limpia por Su propia sangre. Dios viste a Sus hijos con la ropa más cara por medio de las riquezas de Su gracia.

No hay paz superior que conocer y disfrutar el hecho de que nuestros pecados ahora son perdonados. En Su gracia, nosotros disfrutamos de un acceso a la presencia de un Dios santo. Nosotros somos invitados a venir a Él en cualquier momento y en todas las ocasiones. No tenemos miedo al infierno, porque Dios ha expiado por todos nuestros pecados en la sangre de Jesús. Pero ahora, no sólo disfrutamos de Su presencia, esperamos la venida del Señor Jesucristo por nosotros en cualquier momento.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin