"Una especie de relativismo moral se ha asumido. Nada es realmente malo. Si yo tengo una buena razón para hacerlo, no es pecado." Esa es la actitud moderna hacia la justicia de Dios.

Tengo la impresión de que la Iglesia en nuestros días evita a toda costa la idea del pecado y la culpa y por lo tanto trata de entretener a los pecadores perdidos para ir al cielo.

Sin embargo, no se puede escapar el hecho de que cuando Dios se hizo carne para que pudiera estar con nosotros lo hizo con el fin de "salvar a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).

El ángel apareció en la presencia de José que estaba comprometido para casarse con María y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es" (v. 20).

José no pregunto por qué, pero aquí está la respuesta de Dios a la pregunta. El ángel continúa: "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (v. 21).

Los rabinos ancianos judíos tenían un dicho concerniente a los nombres de las seis personas a los cuales les fue dado un nombre antes de nacer: Isaac, Moisés, Salomón, Josías, y el nombre del Mesías.

“Y llamarás su nombre Jesús." Le pondrás el nombre de Su padre. No José,  porque José sería su padrastro. Jesús fue "engendrado en ella [María] del Espíritu Santo" (v. 20).

Jesús no tuvo padre humano. El historiador Mateo nos dice que José "encuentra a María que está embarazada "antes de que se juntasen" (v. 18). El descubrimiento fue inevitable y es evidente que María no le había dicho a José. El descubrimiento sorprendió a José. Jesús no tuvo padre humano porque "se halló que había concebido del Espíritu Santo" (v. 18).

José no quiso infamar a María "Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS" (vv. 24-25).

A pesar de que los judíos distinguieron el compromiso del matrimonio, la disolución de un compromiso era considerado equivalente al divorcio, y una mujer comprometida cuyo esposo a ser hubiera muerto, era considerada como una viuda. En consecuencia, cualquier relación sexual entre una mujer comprometida y otro hombre era visto como adulterio, y como resultado la mujer era castigada.

José "la mantuvo a ella virgen." Esa es la forma bella y profunda de hacer énfasis en que había sido y seguía siendo a la vez una "virgen". Mateo usa el imperfecto para comunicar una acción continua, lineal o decir a sus lectores que José vivió en dominio de sí mismo con María. Ellos no tuvieron relaciones sexuales hasta después que Jesús nació en Belén.

Después de su nacimiento ellos procedieron a tener sus propios hijos e hijas (Mateo 12:46; Marco 3:31; Lucas 8:19). Después de la concepción virginal de Jesús, siguieron las relaciones normales de matrimonio y otros niños nacieron.

Ellos llamaron Su nombre "Jesús." Es la forma Griega del nombre Hebreo Josué. La forma original y completa es  Jehoshua, que significa "Yahvé nuestra salvación", "Yahvé salva", o "la salvación de Yahvé." El SEÑOR Dios salva; Él es nuestra Salvación. Jesús es el Señor. ¡Él fue nombrado por su padre!

Jesús, "el Señor es nuestra salvación." Él "salvará a Su pueblo de sus pecados."

Nuestra única esperanza de vida eterna con Dios en el cielo está en la muerte salvadora del Hijo de Dios sobre la cruz por nuestros pecados.

Trágicamente no hemos "dado en el blanco" de la justicia y la gloria de Dios. Nosotros somos culpables. Nuestros pecados son una ofensa a un Dios santo. Nosotros hemos fracasado en alcanzar el objetivo moral, personal y espiritual. "Todos estamos muertos en nuestros delitos y pecados, y no hay esperanza para nosotros personalmente, a menos que nosotros nos arrepintamos y volvamos a la única persona que puede salvarnos (Hechos 4:12). Cualquier desviación del verdadero curso incluye que quedamos cortos de llegar a la meta.

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3:36). De hecho, este versículo nos enseña que nosotros ya somos habitualmente los objetos de la ira de Dios hasta que nosotros confiemos en Jesucristo como nuestro Salvador.

La persona que cree en Jesús "tiene vida eterna" aquí y ahora por la eternidad. Esta es la posesión eterna del creyente incluso ahora.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin