Dios suple todas nuestras necesidades espirituales a través de Sus infinitos recursos. El Espíritu Santo habita en nosotros con Su poder; por lo tanto, cuando nosotros caminamos en el Espíritu, no vamos a  satisfacer los deseos de la carne. Cuando estamos ocupados con Cristo, nosotros estamos guardados del pecado y por lo tanto "salvos por Su vida" (Romanos 5:10).

"Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7:25). Este sacerdocio permanente de Jesús le da la capacidad para llevar Su obra de salvación hasta el final. Él puede verlos a través de cada prueba y dificultad hasta el final del camino", porque Él vive siempre para interceder por ellos." Al decir esto, el autor volvió de nuevo a una verdad que él ya había anunciado (4:14-16), donde él había invitado a los lectores  a  que aprovechen  audazmente la misericordia y la gracia accesible para ellos a través del sacerdocio de Jesús.

Por lo tanto, el Cristo viviente está en la presencia del Padre intercediendo por nosotros, y el Espíritu Santo está en nuestros corazones trayéndonos al arrepentimiento, la confesión de los pecados y la reconciliación con Dios. Somos salvos por Su vida de resurrección, cuando caminamos en el Espíritu.

Él salva completamente, por siempre, a todos los que ponen su fe en Él. Porque Él es nuestro Sumo Sacerdote para siempre, Él puede salvar para siempre. "Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Romanos 8:34).

Un día estaremos delante de Dios completos en Cristo y por siempre salvos de la presencia del pecado. Nosotros estaremos en la presencia de Dios y nunca volveremos a ser tentados por el pecado. En el sentido más amplio posible, nosotros seremos” salvos por Su vida" para siempre.

Dios nos ha tomado de la categoría de "enemigos de Dios" y nos ha colocado en Su familia como hijos e hijas. Porque ya no somos enemigos de Dios y somos ahora miembros de Su familia, Pablo razona, que Él seguramente nos va a salvar del derramamiento final de Su ira en el Día del Juicio. Si Él nos ha salvado, cuando nosotros éramos enemigos, Él seguramente seguirá salvándonos ahora que somos Sus hijos. Debido a que ahora somos Sus amigos, Dios no va a cambiar de opinión y dejarnos a un lado. Él siempre es el mismo. Sí, hay una "ira venidera", pero ningún creyente verdadero la experimentará (1 Tes. 1:9-10; 5:8-10).

Nos regocijamos en la "esperanza de la gloria de Dios", porque nuestro Salvador viviente garantiza nuestra glorificación. Hay mucho más reservado para el creyente. Por otra parte, la mayor demostración del poder de Dios fue mostrado en la cruz del Calvario, cuando Satanás y sus huestes fueron derrotados.

En nuestra bendita unión con Cristo, estamos de pie con Él en el lado de la resurrección de la muerte. La obra de Cristo por nosotros conduce a Su obra en nosotros para librarnos del poder del pecado. Nosotros somos en este sentido salvos por Su vida de resurrección. Ahora vivimos en unión con el Redentor resucitado quien murió por nosotros y resucitó. La vida, la paz y la justicia son nuestros en esta vida nueva en Cristo. La misma vida que esta en Cristo en gloria es también la nuestra.

Es el Cristo viviente, a través de Su Espíritu en nosotros, que nos conduce, mueve nuestro ser interior, nos inspira a un propósito santo y moldea nuestro carácter para ser conformados a Su imagen. Cuanto más nos hacemos disponibles para Él, más profunda se hace nuestra conciencia de esa relación íntima con Él. La vida que vivimos, nosotros la vivimos por la fe en el Cristo resucitado.

Porque Él vive, somos salvos eternamente (Hebreos 7:23-25).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin