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Mensaje por Wil Pounds y todo el
contenido de esta página (c) 2017 por
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autorizacion del autor. Cotizaciones de
escritura de la Santa Biblia Reina y
Valera Revision 1995.
Usado con permiso.
"RVR1995" are
taken from the Reina-Valera 1995 version. Copyright
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Used
by permission. Escritura
citas de "LBLA"
es la
Biblia de las Américas (c) 1973, y la
actualización de 1995 por la Fundación
Lockman. Usado con permiso.
Muriendo
Diariamente y la Nuestra Vida en Cristo
El
crecimiento espiritual es hacer realidad en nuestra
experiencia cotidiana lo que ya es verídico para
nosotros en Cristo.
Nuestra
santificación progresiva es despojarse de todo lo
que pertenece al viejo hombre, y
vestirse de todo lo que pertenece al hombre nuevo en
Cristo.
La vieja
naturaleza del hombre en Adán no ha evolucionado
mejor en los últimos dos mil años. ¿Tiene la
intención de la carne con sus impulsos llegar a ser
tan buena para el Espíritu Santo, que ya no es
necesario someterla al Espíritu Santo? La
auto-gratificación indisciplinada nunca ha sido
compatible con una fuerte, vibrante, madurez
espiritual. Usted no puede ser un creyente maduro y
vivir de la manera que usted elija. Usted no puede
darle a la naturaleza todo lo que desea sin
defraudar la gracia de Dios.
Romanos
capítulo siete, retrata la batalla espiritual de
cada cristiano en progreso. Nuestra vieja
naturaleza, aunque juzgada, condenada y depuesta en
la muerte de Cristo es siempre repugnante contra la
pena de muerte. Ésta lucha diariamente para
recuperar su supremacía perdida.
El
creyente que está en Cristo no sólo ha muerto con
Cristo, pero está destinado a, “morir diariamente”
con Él, mientras él está en la carne.
Las dos
naturalezas, en la actualidad están morando juntas,
a pesar de que están en guerra perpetua una con
otra. Cuando una es débil, la otra es fuerte. Cuando
una pierde la otra conquista.
La
crucifixión que nosotros hemos sufrido como
creyentes en Cristo es personalizada en nuestra
propia persona. El creyente esta, “siempre cargando
en su cuerpo la muerte del Señor Jesús.” Nuestra
batalla espiritual es una intimidad espiritual con
Cristo contra las fuerzas de Satanás. Cristo comenzó
una guerra espiritual que no ha terminado para
nosotros (Col. 3:9, 10).
Nosotros
somos criaturas nuevas en Cristo, cuyo hombre
interior es, “renovado día a día.” El nuevo hombre
diariamente tiene que luchar contra las fuerzas de
mal.
La cruz y
la resurrección de Cristo extiende su influencia y
poder sobre la vida de los cristianos, hasta el día
en que nosotros somos presentados perfectos a
nuestro Padre en el cielo. El desarrollo del
cristiano hacia la perfección siempre va en dos
direcciones opuestas. Hay mortificación, opresión,
sujetos al hombre natural, y la nutrición, la
renovación y el desarrollo del hombre espiritual que
vive dentro.
En la
crucifixión del viejo hombre, nosotros hacemos
nuestra la muerte de Cristo. La mente carnal debe
morir al igual que Cristo fue crucificado. Esta es
nuestra experiencia de toda la vida.
Si vamos a
ser como Cristo en nuestra práctica diaria, nosotros
debemos someter nuestros deseos pecaminosos,
comportamientos y traerlos bajo
la influencia de la cruz.
Nuestra
santificación es prolongada y perpetuada en nuestras
experiencias diarias.
Debemos
tener la misma mente de Cristo. Nosotros hemos sido
juzgados en la persona de Cristo, sabiendo que Él
llevó nuestros pecados en Su muerte, seguir en el
camino de la cruz, juzgando y mortificando tolo lo
que encontramos en nuestras vidas en contra de
Cristo. Todo lo que se opone a Cristo en nuestra
vida debe morir. Debemos negar y morir a la
expresión de la antigua vida, tal como nosotros lo
sabíamos antes de ser cristianos. Debemos rechazar
los deseos del Viejo hombre.
El
Espíritu Santo siempre nos lleva a la rendición a la
voluntad de Dios.
El
sufrimiento de Nuestro Salvador es siempre más
hermoso, cuando es reproducido en nuestras vidas
diarias, cuando morimos a sí mismos, a los deseos
carnales y la ambición impía.
Sin
embargo, ninguna cantidad de auto-negación de la
vieja naturaleza nos hará más santos, a
no ser que seamos llevados al mismo tiempo en
una relación más profunda íntima con el Espíritu
Santo. Cuando permanecemos en Cristo, andamos como
Cristo anduvo.
La
auto-negación crea vacíos en el alma que debe ser
reemplazado con Cristo y el afecto divino. Es
nuestro deseo apropiarse de la vida eterna que Jesús
nos ha dado. Esta nueva vida en Cristo crea dentro
del creyente más hambre y sed de Él. La meditación
de la Palabra de Dios y la contemplación de la
naturaleza de Cristo promueve ese fin. En el
proceso, nos conforma a la semejanza de Cristo,
hasta que hayamos alcanzado la plenitud de la
estatura de Cristo, Su vida constantemente impartida
y Su carácter se refleja en nuestras vidas (2 Cor.
3:18).
La
comunión diaria con Jesús es una cierta manera de
vencer el pecado en nuestras vidas. Nuestro
crecimiento en la gracia y el conocimiento de Cristo
no puede fallar de provocar el sometimiento de la
naturaleza. Nuestro hombre natural no puede soportar
el calor abrasador de la presencia pura de
Cristo.
Que
nuestra mirada fija en Cristo, ciegue nuestros
corazones a los deseos no regenerados del estilo de
vida.
Oh,
bendito el día cuando la batalla es terminada, y
nuestra manera de pensar sea como la de Cristo, y
seamos presentados sin mancha ante Él, Cuando esto
corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto
mortal se haya revestido de inmortalidad.
Aun así,
ven Señor Jesús.
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia
Blandin
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