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Mensaje por Wil Pounds y todo el
contenido de esta página (c) 2017 por
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autorizacion del autor. Cotizaciones de
escritura de la Santa Biblia Reina y
Valera Revision 1995.
Usado con permiso.
"RVR1995" are
taken from the Reina-Valera 1995 version. Copyright
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Used
by permission. Escritura
citas de "LBLA"
es la
Biblia de las Américas (c) 1973, y la
actualización de 1995 por la Fundación
Lockman. Usado con permiso.
La
Justicia Atribuida de Dios
Dios
atribuye o acredita la perfecta justicia de
Jesucristo al pecador creyente, mientras él está
todavía en su condición de pecador.
Dios ha
manifestado Su justicia aparte de la Ley "la
justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen en él" (Romanos 3:21-22).
La razón de esta posición de juicio ante un Dios
justo es por cuanto "todos pecaron y están
destituidos de la gloria de Dios" (v. 23). La base
sobre la que Dios puede justificar al creyente
pecador, que todavía está en su condición de pecador
es porque esta justificación es " un regalo por Su
gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús, a quien puso como propiciación por medio de
la fe en su sangre" (vv. 24-25).
Romanos
5:12-21 enseña la imputación o la carga del pecado
de Adán a la raza humana. Debido a que Adán pecó,
como la cabeza federal de la raza humana, Dios
considera a todos los hombres como pecadores.
Nosotros todavía tenemos la vieja naturaleza
pecaminosa de Adán (vv. 12-14), y la sentencia de
muerte esta impuesta en nosotros
(6:23). El efecto de la caída de Adán es universal.
Todos somos hijos caídos e hijas del antiguo Adán.
No nos convertimos en pecadores por el pecado,
pecamos porque somos pecadores por naturaleza.
Nosotros pecamos porque somos pecadores.
El juicio
de Dios descansa en todos los hombres, fuera de una
relación salvadora con Jesucristo a causa del pecado
imputado, nuestra naturaleza pecaminosa heredada y
nuestros pecados personales.
Somos
culpables ante Dios y merecemos la pena de muerte,
hasta que venimos a Cristo solamente para una
posición correcta delante de Dios (Rom. 6:23).
Por otra
parte, de una manera similar, el pecado del hombre
es imputado a Cristo (2 Cor. 5:21). Jehová, el SEÑOR
Dios, puso en Su hijo, el Cordero de Dios, la
iniquidad de todos nosotros (Isaías 53:5; Juan 1:29;
1 Ped. 2:24; 3:18). Hubo una transferencia judicial
de los pecados del hombre a Jesucristo, Dios cargo
en él nuestros pecados, y murió en nuestro lugar.
El pecado
del hombre fue imputado a Cristo, cuando Él se hizo
ofrenda de pecado para todo el mundo (2 Cor.
5:14-21; Heb. 2:9; 1 Juan 2:2).
Cristo
"fue herido" por mis transgresiones. Fue molido por
mis pecados. El castigo de mi paz cayó sobre
Jesucristo. Por su llaga yo soy curada. "todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros" (Isaías 53:4-6; cf. 1
Pedro 2:24-25). Isaías uso las palabras más fuertes
posibles para describir una muerte violenta y
angustiosa en el v. 5. Fue el golpe divino del
juicio, cuando Cristo fue herido por nuestras
rebeliones."
Nuestros
pecados fueron atribuidos a Cristo, y Él fue a la
cruz y murió como nuestro sustituto (Romanos 5:6-8).
La
justicia de Dios es atribuida a todos los que creen
en Cristo, para que ellos puedan comparecer ante Él
en toda la perfección de Cristo.
Cada
pecador salvo ha sido "hecho" la justicia de Dios (1
Cor. 1:30; 2 Cor. 5:21; Rom. 5:21-23). Esta justicia
atribuida no es algo que el hombre hace o gana.
Esta es
la gracia de Dios.
"Dios ve
al creyente como una parte viva de Su propio Hijo"
por nuestra identificación con Él por el bautismo
del Espíritu Santo. Somos miembros de Su cuerpo (1
Cor. 12:13; Juan 15:1, 5). Dios nos ve "en Cristo" y
nos justifica para siempre. Él nos ve vestidos con
la ropa de justicia de Cristo.
Por lo
tanto, Dios le ama a usted y a mi mucho como ama a
Su propio Hijo (Juan 17:23). Él nos acepta como Él
acepta a Jesús Cristo (Efesios 1:6; 1 Ped. 2:5). Él
nos ve de la misma manera que ve a Su propio Hijo (2
Cor. 5:21; Rom. 3:22: 1 Cor. 1:30). Cristo es la
justicia de Dios, y aquellos que creen en Él son
hechos justicia de Dios por estar "en Cristo."
Nosotros estamos completos en Cristo (Col. 2:10),
por lo tanto, Dios Padre nos ve perfectos para
siempre (Heb. 10:10, 14).
Esta
justificación es la posición eterna de los creyentes
delante de Dios. En nuestra vida diaria estamos muy
lejos de la posición perfecta legal con Dios y
debemos "crecer en la gracia y el conocimiento de
Cristo".
Entonces,
¿cómo vamos a vivir nuestras vidas? Ahora somos
esclavos, no de nuestra naturaleza antigua adánica,
sino de la justicia de Dios. El Espíritu Santo
produce a través de nosotros la justicia de Dios.
"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas" (Efe.
2:10). La justicia imputada se convierte en la base
de una justicia impartida a través de nosotros por
el Espíritu Santo.
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia
Blandin
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