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Mensaje por Wil Pounds y todo el
contenido de esta página (c) 2017 por
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autorizacion del autor. Cotizaciones de
escritura de la Santa Biblia Reina y
Valera Revision 1995.
Usado con permiso.
"RVR1995" are
taken from the Reina-Valera 1995 version. Copyright
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Used
by permission. Escritura
citas de "LBLA"
es la
Biblia de las Américas (c) 1973, y la
actualización de 1995 por la Fundación
Lockman. Usado con permiso.
Muertos
al Pecado
El apóstol
Pablo escribió de Cristo, "Porque en cuanto murió,
al pecado murió una vez por todas; más en cuanto
vive, para Dios vive. Así también vosotros
consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rom. 6:10-11).
"El viejo
hombre" del creyente o el "antiguo yo" es lo que él
era espiritualmente antes de que él creyera en
Cristo, cuando él aún estaba en pecado, impotente,
depravado, impío y aun un enemigo
de Dios.
Nuestra
naturaleza caída no fue cambiada en la conversión.
No fue aniquilada, pero fue "hecha inactiva,
ineficaz" (Rom. 6:6). Nuestro cuerpo físico no es
pecaminoso. Es neutral y puede ser controlado por el
pecado o por el Espíritu Santo. Fue controlado por
el pecado antes de que nosotros confiáramos en
Cristo para la salvación.
"En Cristo
Jesús nosotros morimos al pecado, y la vieja
naturaleza es crucificada, para que la vieja vida
sea hecha inoperante." Este es un gran hecho de
apoyo para el creyente. Ahora que hemos muerto con
Cristo, el poder de control del pecado es roto y se
vuelve impotente o ineficaz (Romanos 6:3-5).
Hay un
cambio en la relación con Dios y el pecado. Debido a
esta nueva unión vital con Cristo, el creyente tiene
ahora una nueva relación con Dios y con diferentes
actitudes hacia el pecado. El pecado ya no es su
amo. Cristo es el nuevo amo. Nosotros ya no queremos
seguir en el pecado. Ahora que nosotros estamos en
Cristo tenemos una elección, elegimos el pecado, o
elegimos obedecer a nuestro nuevo Amo.
En nuestro
estado no regenerado, nosotros
éramos esclavos del pecado. Ahora que nuestro viejo
hombre fue crucificado con Cristo, nosotros hemos
sido liberados de esa esclavitud. "Cualquier persona
que ha muerto ha sido liberado del pecado." Hemos
sido declarados justos, "liberados", con el
resultado que el pecado ya no tiene el derecho legal
de forzarnos en su esclavitud. El pecado ya
no es el amo de los creyentes, porque él ha muerto
con Cristo y resucitado con Él "sabiendo esto, que
nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a
fin de que no sirvamos más al pecado" (Romanos 6:6).
No sólo
Cristo murió por mí, pero yo morí con Él. Esa es mi
nueva identificación. Ya no estoy identificado con
el primer hombre, Adán, pero con el Segundo hombre,
Cristo. Cristo pagó mi deuda de pecado y rompió el
poder del pecado sobre mí. Por Su sustitución por mí
en la cruz, Cristo cargo mi cuenta con Su propia
justicia atribuida. Por la identificación conmigo,
Él impartió o hizo esa justicia una parte de mi vida
diaria. La justificación es también una relación
viva con Jesucristo. Es una justificación que trae
vida. Yo estoy en Cristo e identificado con Él y
cualquier cosa que le pase a Cristo ahora me pasa a
mí. Cuando Cristo murió, yo morí. Cuando Él resucitó
de los muertos, yo resucite con Él. Es un hecho que
ahora estoy sentado con Cristo en los lugares
celestiales (Efesios 2:5-6; Col. 3:1-3).
El
creyente está "muerto al pecado." Yo estoy
crucificado con Cristo. "En Cristo Jesús, nosotros
hemos muerto al poder del pecado, para que ya no
deseemos seguir en el pecado. Ya no es nuestro
maestro. Antes de que fuéramos salvos, nosotros
teníamos una relación amistosa en la cual nosotros
estábamos totalmente rendidos y
sujetos a la naturaleza pecaminosa. Nosotros
estábamos bajo el control del poder del pecado. Es
nuestro hábito de vida. Ahora estamos vivos en
Cristo. Cristo nos resucitó de entre los muertos y
ahora andamos en el poder de Su resurrección. La
cuestión es que el creyente no escoja continuar en
una comunión amistosa dependiente en el pecado.
La muerte
de Cristo no sólo pagó nuestra pena por el pecado,
pero Dios también lo utilizó para romper el poder
del pecado que mora en nuestra vida.
El
cristiano no está forzado a vivir de nuevo su vida
bajo el control de la naturaleza del mal. Nosotros
seguimos siendo un agente moral libre, capaz de
elegir el bien y el mal, pero es imposible para el
cristiano mantener una relación habitual con el mal,
la cual él mantuvo antes de que él fuera salvo.
El
cristiano tiene ahora la autoridad y el poder de
decir no al pecado. Usted no tiene que obedecer a la
naturaleza pecaminosa. Usted ahora tiene una
naturaleza divina, puede optar por responder a esa
naturaleza en Cristo. Usted es libre de elegir.
Usted no tiene que hacer lo que no quiere hacer.
Usted puede ser tan santo como usted decide ser.
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia
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