La ordenanza del bautismo del creyente es una maravillosa imagen de la unión vital del cristiano, y la identificación con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Hay un bautismo "en agua" y un bautismo "seco". El bautismo "seco" es el bautismo sin agua y es la obra de Dios el Espíritu Santo, colocando el creyente en Cristo en el momento en que cree en Él como su Salvador.

 El bautismo "en agua" es la ordenanza que Cristo dio a la iglesia. Es el bautismo de los creyentes en agua por inmersión que se presenta en el simbolismo cristiano de la unión vital con Jesucristo. Quite el modo Bíblico del bautismo y  usted pierde el mensaje teológico fundamental del bautismo.

"¿No sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en Su muerte? Por lo tanto, hemos sido sepultados con El por el bautismo en la muerte, para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Romanos 6:3-4).

La ordenanza del bautismo es un recordatorio constante de cómo fuimos redimidos. Es un símbolo exterior de una experiencia interna silenciosa y real.

El bautismo en agua por inmersión no pone al creyente en "Cristo Jesús". "El Espíritu Santo hizo esto, cuando nosotros creímos en Cristo. Este es el bautismo del Espíritu Santo en la vida de todo creyente. La inmersión es una imagen de lo que el Espíritu Santo hizo en nuestra identificación con Cristo.

Muertos en Cristo, resucitados con Cristo. Sepultados con Cristo, vivos en Cristo (Rom. 8:34).

La sepultura confirma que morimos con Cristo. "Nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo". A  no ser que uno muera con Cristo no podemos vivir con Él. Toda nuestra condena y culpa fueron sepultadas con Cristo, y permanecen sepultadas. Es una bendición saber que todos nuestros pecados y transgresiones son barridas por la sangre de Cristo y sepultas en la tumba (Salmo 32:1, 2).

El pecador creyente ha aprendido a mirar la tumba de su Señor y mira la sepultura de todos sus pecados. Ya no hay semejanzas que queman, acusaciones amargas y reproches punzantes del pecado y la culpabilidad. Por lo tanto, el creyente ha aprendido a perdonarse a sí mismo en el río profundo del perdón de Dios.

Las aguas bautismales son un testimonio perpetuo de esta gran verdad. El agua, dice, "Yo sepulte a los creyentes con Cristo." Dice, "Bautizado en el agua, como estar sellado en su tumba. Me puse el sello del nuevo pacto en la sangre de Jesús inscrito con el nombre trinitario sobre su tumba."

El creyente necesita recordarse a sí mismo que cada matiz de una conciencia culpable es silenciado por la sangre expiatoria de Jesús.

La tumba de Jesús es un refugio contra la furiosa tormenta de la ira de Dios. "Sepultados con Cristo" nos dice que nuestra deuda del pecado ha sido pagada en su totalidad. Nosotros tenemos la propiciación en la sangre de Jesucristo.

Es un recordatorio constante de que no podemos entrar en "el poder de la resurrección de Cristo", sino a través de la conformidad a Su muerte. "Estoy crucificado con Cristo" y sepultado con Él.

Las aguas simbolizan la unión con Cristo en que esta sepultura es resucitada del agua en la semejanza de la resurrección de Cristo. Vivo en Cristo. Tenemos una nueva relación con el pecado y Dios. También tenemos una nueva identidad- somos santos. Nosotros somos pecadores salvos. Todo creyente que sale del agua tiene una nueva identificación. Usted puede distinguirlo de los demás porque él o ella están empapados. Los creyentes tienen una nueva identificación y la gente puede ver que estamos "en Cristo".

El creyente ha muerto a la vida vieja, y  ha sido resucitado para disfrutar de una vida nueva en Cristo (Col. 2:12).

Nosotros hemos sido hechos vivos en Cristo. Nosotros nos paramos en un fundamento de resurrección. Tenemos la autoridad y el poder para vivir triunfantes sobre el pecado.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin