La santificación del creyente es a la vez tanto completa e incompleta.

Así como hemos sido plenamente y completamente justificados, también hemos sido completamente santificados en Cristo. La Biblia dice: "Usted está en Cristo Jesús, que de Dios es hecho para nosotros sabiduría y justicia, santificación y redención". "Por una sola ofrenda Él ha perfeccionado para siempre a los santificados". "Usted es lavado y es santificado." Sin embargo, el apóstol exhorta:" Vamos adelante a la perfección."

¿Cómo podemos ir a la perfección, si ya  hemos sido perfeccionados?

Como un regalo de la gracia, la santificación  es conferida a cada cristiano, tan pronto como él cree. Pero hay sentido que está "escondido con Cristo en Dios." Es "guardado en depósito." Nos apropiamos a través de la comunión diaria y la aprensión gradual de Cristo.

¿Significa eso que nosotros ya somos sin pecado? No. Nosotros no hemos alcanzado un estado de santificación práctico y completo en nuestra vida personal. En el lado práctico diario, lo que ha sido crucificado debe ser mortificado. Nosotros morimos diariamente al pecado y lo que ha sido enterrado debe mantenerse enterrado. Sigue siendo cierto que "en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien". "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros." Nosotros simplemente no hemos alcanzado la perfección santa, mientras moramos en este cuerpo. Nosotros seremos sin pecado, sólo cuando aparezcamos con Él en gloria. Sólo entonces seremos plenamente conformados a Cristo. Toda nuestra santidad esta en Cristo. Es solamente en la visión abierta de Su rostro y en Su luz que nuestra semejanza con Él será hecha perfecta.

Cada aspecto de nuestra justicia atribuida se basa en nuestro ser en Cristo. Y cada condición de nuestra santificación práctica se basa en nuestra morada o continuar en Cristo.

Con el mismo énfasis la Biblia hace hincapié en nuestra santificación progresiva. "El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto" (Juan 15:5).

Cuando nos hacemos disponibles a Cristo, Él se da a Sí Mismo para reproducirse a Sí Mismo en nosotros.

Cristo nuestra Vid, no tiene límites. Además, sólo los frutos de la justicia pueden resultar de esa vida divina. Cuando nos hacemos disponibles a Cristo, hay una entrada de Su vida  en nosotros que se reproduce sin restricciones.

En la santificación, el Espíritu Santo trabaja la vida divina que Él ha puesto en nosotros en el nuevo nacimiento. Él está trabajando, desarrollando para nosotros el límite máximo de la vida divina, que es nuestra en Cristo.

Esta semejanza a Cristo no viene automáticamente. Depende de nuestra comunión con Cristo. Es un íntimo y personal  caminar por la fe en Cristo.

La persona que permanece en Cristo debe andar como Él anduvo. Hay un resultado esperado o un producto cuando tenemos una relación correcta con Él. La calidad de nuestra relación con Cristo determina el carácter y la calidad de todas las demás relaciones en la vida. El mundo está seguro de estar en su lugar apropiado sólo cuando nosotros ajustamos nuestros corazones a Cristo. "Revestido de Cristo, y usted está seguro de  despojarse del pecado".

El Espíritu Santo aplica las verdades de la Palabra de Dios a nuestras vidas. Él toma las cosas de Cristo en Su Palabra y nos enseña. Él trae "la vida" a nuestra vida, y hace que El santificado sea más y más nuestra santificación práctica "hasta que somos llenos con Su plenitud."

Consistentemente, aún gradualmente Dios está trayendo esta nueva vida divina para completarla en nosotros. Mientras que el hombre exterior se va desgastando, el hombre interior se renueva día a día.

Por lo tanto, ¿por qué buscamos los frutos  desde el exterior en vez  desde dentro? Dios está trabajando en nosotros. Su objetivo es reproducir a Cristo en nosotros y esto requiere toda una vida.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin