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Mensaje por Wil Pounds y todo el
contenido de esta página (c) 2017 por
Abide in Christ, Inc.
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bajo niguna circunstancia, y sin la
autorizacion del autor. Cotizaciones de
escritura de la Santa Biblia Reina y
Valera Revision 1995.
Usado con permiso.
"RVR1995" are
taken from the Reina-Valera 1995 version. Copyright
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Used
by permission. Escritura
citas de "LBLA"
es la
Biblia de las Américas (c) 1973, y la
actualización de 1995 por la Fundación
Lockman. Usado con permiso.
Dios
Justifica al Impío
El
infinitamente santo justo Jehová Dios justifica a
los pecadores impíos.
Esa es la
mejor noticia que yo he recibido.
¿Eso
significa que Dios declara al pecador justo, o hace
a un pecador justo?
La
justificación es un término legal que significa que
Dios declara que un pecador es justo. Esto es la
santificación por la cual Dios hace al pecador
justo.
Vamos a
tener cuidado de no poner la carreta delante del
caballo. La justificación viene
primero. Dios justifica al pecador que se reconoce a
sí mismo que él es impío, y él
mismo no puede hacerse justo ante Dios.
Dios
justifica no a los justos, no a la gente buena, la
gente no santa, pero a los impíos.
Todos los
hombres por naturaleza son impíos. El pensamiento
mismo golpea contra nuestro corazón pecaminoso. Esto
hiere nuestra conciencia. Ser impío es ser diferente
a Dios. Este es el tipo de persona que Dios
justifica. Es un hecho que ningún individuo puede
hacer nada para merecer una relación correcta con un
Dios perfectamente santo.
Esta
perfectamente claro en la Palabra de Dios que cada
persona es un pecador. Nadie está a la altura de las
"verdades espirituales" que nos
han sido reveladas, incluso acerca de la naturaleza
de Dios (Rom. 1:18-23). Todos somos culpables ante
Sus ojos.
"No hay
nadie que busque a Dios." La verdad es nosotros
buscamos nuestras propios caminos egoístas. Nosotros
seguimos los deseos de nuestros corazones egoístas
(Rom. 1:24-32). Nosotros siempre seguimos nuestra
voluntad de pecado hasta que Dios interviene en Su
gracia soberana.
Este
conocimiento de Dios hace al pecador consciente de
sí mismo. Los impíos siempre piensan que pueden
pecar con inmunidad. "Dios juzgará a la otra
persona, pero no a mí." En nuestro pensamiento
mágico, nosotros decimos seguramente Él no me va a
juzgar.
Dios
permite que el corazón rebelde y pecador encuentre
su satisfacción. Tres veces en el capítulo uno de
Romanos el apóstol Pablo dice, "Dios los entregó"
(Rom. 1:24, 26, 28). Los primeros capítulos de
Romanos describen el corazón impío que busca su
propia voluntad. Pablo demuestra claramente hasta
qué punto los impíos irán en su búsqueda de un
estilo de vida pecaminoso.
Los
hombres y las mujeres están perdidos sin Cristo.
Nadie puede salvarse a sí mismo. Todo el mundo
necesita el Salvador, porque "la paga del pecado es
muerte" (Rom. 6:23).
Los
filósofos y los líderes religiosos no pueden
salvarse a sí mismos. Incluso si usted no ha sido
tan malo como alguien más, aún usted, no merece una
correcta relación con un Dios santo y justo. El
libro de Romanos golpea en nuestro auto-engaño
diciendo en efecto, "Usted que juzga a los demás,
está haciendo exactamente lo mismo, sólo se cubre y
trata de ocultar sus pecados de usted mismo y de
otros. Sin embargo, el hecho es que usted es
culpable ante un Dios santo. Usted puede no ser tan
descarado como un líder de la mafia o un líder de
una pandilla, pero usted sigue cometiendo pecados y
tratando de justificarse a sí mismo”.
La Biblia
declara: "No hay justo, ni aun uno" (Rom. 3:10). No
hay excepciones. "No, ni aún uno." Todos están bajo
el pecado. Todo el mundo es culpable. ¿Cuántos son
justos? "No, ni aún uno." "No hay justo, ni aun
uno." Todos hemos pecado. "No hay nadie que haga el
bien, ni aun uno".
La verdad
es que nadie puede ayudarse a sí mismo para ser
salvo. Nosotros no podemos limpiar nuestros
corazones. No podemos hacernos mejores, no importa
lo duro que usted puede intentar. Usted no puede
purificar un pozo negro de iniquidad, porque "del
corazón salen los malos pensamientos, las
fornicaciones, el adulterio", etc. (Marcos 7:20-23).
Lo primero
que nosotros tenemos que aprender como pecadores
impíos es que no hay nada que podamos hacer para
cambiarnos a nosotros mismos. No es nuestro celo
religioso, no son nuestras lágrimas, no es nuestra
súplica, o hacer buenas obras religiosas que nos
pueden salvar, o incluso nos ayudan a ser salvos.
Nada en nosotros mismos puede expiar nuestros
pecados. Sólo Dios puede salvar, y solamente Él.
Gracias a Dios.
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia
Blandin
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