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Mensaje por Wil Pounds y todo el
contenido de esta página (c) 2017 por
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escritura de la Santa Biblia Reina y
Valera Revision 1995.
Usado con permiso.
"RVR1995" are
taken from the Reina-Valera 1995 version. Copyright
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Used
by permission. Escritura
citas de "LBLA"
es la
Biblia de las Américas (c) 1973, y la
actualización de 1995 por la Fundación
Lockman. Usado con permiso.
El
Modelo de Oración: Perdona Nuestras Deudas
¿Por qué
es tan difícil perdonar?
Sólo una
persona comprometida con Cristo se atreve a orar
esta oración. "Y perdónanos nuestras deudas, como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores"
(Mateo 6:12).
Estas son
las palabras más aterradoras en el Cristianismo.
Esta parte
de la oración nos despierta espiritualmente y nos
hace pensar en lo que estamos diciendo.
¿Tenemos
un espíritu no perdonador? Si las cosas no son
justas con otras personas, ¿Cómo pueden ser justos
con un Dios santo?
Jesús
enseñó a sus discípulos a orar, "Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores" (Mateo 6:12).
"Nuestras
deudas" es una palabra común para deudas legales,
pero aquí se utiliza en deudas morales y
espirituales a Dios. Somos pecadores que hemos
ofendido a Dios. "Por cuanto todos pecaron y están
destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23). "Si
decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros...
Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él
mentiroso, y su palabra no está en nosotros" (1 Juan
1:8, 10)
Somos
pecadores que estamos constantemente en la necesidad
del perdón. Tenemos obligaciones con Dios. Nosotros
le debemos a Dios una deuda. Lo necesitamos a Él
para cancelar nuestra deuda porque como pecadores
nunca podemos pagar esto. Somos espiritualmente
deudores en necesidad de la gracia de salvación de
Dios.
"Perdónanos nuestras deudas," significa "enviar
lejos, descartar, limpiar,
quitar" (cf. 1 Juan 1:7-9; Ef. 1:7; Mat. 26:28). De
otras Escrituras aprendemos que Dios ofrece el
perdón sobre la base de la sustituta muerte de
Jesucristo. Nada se puede añadir a eso. Nuestra
disposición perdonadora no gana el perdón de Dios.
Nuestro perdón se basa totalmente en el favor
inmerecido de Dios y la gracia, y no en cualquier
mérito de nuestra parte. Es la gracia divina de Dios
en Cristo que nos salva (Efesios 1:7; 2:8-10).
El acto de
perdonar a otros no merece una recompensa o ganancia
eterna, la salvación o vida eterna. Sin embargo,
cuando nosotros perdonamos a otros, esta es la
prueba de que la gracia de Dios está trabajando en
nuestros corazones. Lo que es imposible para
nosotros llevar a cabo en nuestra propia fuerza,
Dios nos permite hacerlo por el poder de su morada
en nuestros corazones. Si mantenemos nuestra
amargura y rencor y el no perdonar, tenemos que
examinarnos a nosotros mismos. El apóstol Pablo nos
amonesta, "!Examinaos a vosotros mismos si estáis en
la fe; probaos a vosotros mismos!¨! ¿O no os
conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en
vosotros, a menos que estéis reprobados?! (2
Corintios 13:5).
La gracia
de Dios en el corazón del creyente le lleva a la
santificación de las verdades de la Palabra de Dios.
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad" (1 Juan 1:9).
En la más
hiriente experiencia de vida nosotros perdonamos, y
elegimos perdonar de nuevo. Se trata de un proceso
por el que confesamos nuestros pecados, y decidimos
perdonar a la persona que nos ha ofendido. Es una
elección que hacemos de una vez por todas para que
esto se vaya y confiar en Dios con las
consecuencias. Y cada vez que el "hombre viejo" lo
trae de nuevo, nosotros elegimos perdonar de nuevo.
Nuestra naturaleza pecaminosa nos recordara las
heridas de la vida.
Cuando
decidimos perdonar, nosotros demostramos que somos
hijos de Dios y hemos experimentado Su gracia
salvadora. Por naturaleza, este no es algo que
hacemos por nuestra cuenta. La naturaleza humana,
dice hazte cargo, véngate, no
permita que esto suceda en usted. Sin embargo, nos
hemos convertido en personas nuevas, un cambio
radical ha tenido lugar en nuestros corazones y no
podemos vivir en el carácter de la persona antes de
que viniéramos a Cristo. El poder de perdonar viene
de la vida nueva en Cristo.
La
salvación siempre comienza con la elección de la
gracia de Dios y nunca con nosotros (1 Juan 4:19;
Juan 13:15; Efe. 4:32; 1 Pe. 2:21). La evidencia de
la gracia de salvación es cómo respondemos a las
circunstancias de la vida.
Jesús
enseñó a sus discípulos a orar, "Perdona nuestras
deudas así como nosotros perdonamos a nuestros
deudores." La idea se puede parafrasear: "Perdónanos
nuestros pecados, en proporción, como también
nosotros perdonamos a los que han pecado contra
nosotros." Jesús lo dice con palabras poderosas en
los versículos Mateo 6:14 -15 que si también
nosotros perdonamos a otros, Dios nos perdonara a
nosotros, pero si nos negamos a perdonar a otros,
Dios se negara a perdonarnos.
"Porque
si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial" (Mateo
6:14-15).
Ninguna
cantidad de excusas, o interpretar las palabras de
una manera que satisface nuestra
naturaleza humana pecaminosa no funcionará. El
perdón humano y el perdón divino son relacionales.
Jesús dice nuestro perdón a los demás y el perdón de
Dios a nosotros no pueden separarse. Están
relacionados entre sí.
Esta
oración nos fuerza a arrodillarnos en humilde
confesión y arrepentimiento.
¿Se
acuerda de la pregunta de Pedro sobre el perdón?
"Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que
peque contra mí? ¿Hasta siete? "la respuesta de
Jesús fue desconcertante: 'No te digo hasta siete,
sino aun hasta setenta veces siete'" (Mateo
18:21-22). Después Jesús dijo una parábola sobre el
perdón y concluyó, "'siervo
malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me
rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de
tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
Entonces su señor, enojado, le entrego a los
verdugos, hasta que pagase todo
lo que debía. Así también mi Padre celestial hará
con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada
uno a su hermano sus ofensas" (Mat. 18:23-35).
Jesús dijo
que el perdón debe estar presente en nosotros si
queremos recibir el perdón del Padre. Tenemos que
estar dispuestos a perdonar a otros si hemos
experimentado su perdón. La persona buscando el
perdón debe tener primero la acción
de perdonar con respecto a aquellos que han
pecado contra él.
Jesús
nos mantiene llevándonos de regreso a un
nacimiento espiritual, un cambio radical en
nosotros, "De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). El
perdón es la prueba de un cambio radical en nuestros
corazones.
¿Alguien
en esta vida terrenal llegó a este perfecto estado
de perdonar? Vamos a enfrentar la realidad de que
sólo Jesucristo ha sido capaz de perdonar
perfectamente (Lucas 23:34). Nuestro perdón es tan
imperfecto.
Dejar de
lado todas las excusas, nos vemos obligados a llegar
a Dios y hacer frente a estos temas del perdón y
recibir perdón diariamente. Esta oración de perdón
debe de ser una prioridad a diario en nuestras
vidas.
Jesús
espera que su pueblo perdone a otros, y Él da la
certeza de que el perdón de Dios es seguro. Para que
podamos disfrutar del perdón de Dios de nuestros
pecados debemos perdonar a nuestros deudores.
Recibimos lo que damos. Jesús dijo, "Bienaventurados
los misericordiosos porque ellos recibirán
misericordia."
Lo que es
humanamente imposible de lograr, Dios nos permite
hacerlo por su poder trabajando dentro de nosotros.
Su gracia en nosotros nos da el deseo y la capacidad
de perdonar a nuestro prójimo. Cuando tomamos
medidas para perdonar tenemos un testimonio creíble
a nuestro vecino perdido. Se puede ver la gracia de
Dios trabajando en nuestras vidas. Él verá el cambio
y preguntará, "¿Qué te hace diferente?"
La
venganza sólo le pertenece al Señor (Rom. 12:19).
Nosotros le pasamos cada situación al Señor y
le confiamos esto a Él. Podemos encontrar un mayor
ejemplo de esta acción en Cristo mismo, mientras
colgaba de la cruz. Él oró, "Padre perdónalos,
porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34; Juan
13:12-15; Efe. 4:32; 5:1-2; Col. 3:13). El perdón de
Cristo debe haber asustado a los que le insultaron,
maldijeron y abusaron de Él en la hora de Su muerte.
Uno de los delincuentes vio la diferencia en Cristo
y respondió a su amor.
Hay una
enorme sensación de paz interior de la mente y el
corazón cuando decidimos perdonar. El nombre de Dios
es glorificado porque hemos sido obedientes a su
mandato.
Sólo el
poder de Cristo que vive en nosotros puede dar poder
para perdonar. "No debáis a nadie nada, sino el
amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo,
ha cumplido la ley" (Rom. 13:8).
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia
Blandin
Christo en Antiguo Testamento
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Estudiar el tema principal de la Biblia con estas profecías y tipos en el Antiguo Testamento de la venida del Mesías, Jesucristo.
Sermones Expositivos
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