¿Cómo ve Dios a la persona que nunca ha puesto su fe en Jesucristo como su Salvador personal?

La Biblia describe el estado de la persona no salva como "hijos de desobediencia", "muertos en delitos y pecados", "perdido", "perecer", "condenado", "Bajo la ira de Dios", "ciego", " en los poderes de la oscuridad", "ama la oscuridad espiritual", "bajo el control de Satanás", "desobedientes a Dios",  etc. (Juan 3:18-20, 36; 8:44; Efe. 2:1-2; Marco 7:21-33; Rom. 5:19; 1:29-32; 3:10-18; Gál. 5:19-21).

La persona perdida esta espiritualmente ciega a las cosas de Dios (1 Cor. 2:14; 2 Cor. 4:3-4; Juan 3:3). Por lo tanto, ve poco valor en la demanda de la Biblia para tener una fe personal en el poder de salvación de Dios en Cristo.

Todas las personas morales y religiosas que no tienen una confianza personal en Jesucristo como su Salvador no son salvas. Están espiritualmente perdidas y no se cuentan entre los salvos (Isaías 53:6). No hay nada que pueden hacer para ganar méritos o la salvación por su virtud o buenas obras. Ninguna buena obra, en cualquier forma puede tomar el lugar de un nacimiento espiritual (Juan 3:3). Buenas obras religiosas y altos valores morales no pueden impartir nueva vida o la salvación.

El hombre ha vagado lejos de Dios y está en el lugar equivocado. En Lucas 19:10, Jesús dijo, "Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido." Juan resume el Evangelio de salvación, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). Luego él continua explicando, "El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3:18).

La persona perdida es totalmente depravada en el sentido  que no puede influir en Dios en modo alguno para merecer o ganar una buena relación con Dios. "Y vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Gén. 6:5). "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jer. 17:9). Jesús describió a la persona perdida: "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez" (Marcos 7:21-22). Se ve y huele a la hora de mayor audiencia de la televisión, pero es totalmente inaceptable para Dios. "Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque" (Eclesiastés 7:20). "Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento" (Isaías 64: 6). En la vista de un Dios santo, estas personas están perdidas y no pueden encontrar su camino a Dios.

Sólo Dios puede solucionar este problema en el corazón de una persona. "La paga del pecado es muerte", y cada pecador tiene que pagar la pena o  hacer que alguien pague por él (Rom. 6:23; 5:6-8).

Jesús se dio a sí mismo como rescate por nuestros pecados, el justo por el injusto. "quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados" (1 Ped. 2:24).

Dios el Espíritu Santo motiva el estado de la persona que ha puesto su fe en la obra expiatoria de Jesucristo (Fil. 2:13; Juan 3:3). La persona salva está bajo la vida cambiante del poder de Dios. Nosotros estamos motivados por Dios o por Satanás. Nosotros somos salvos o no salvos, no hay otra opción. La persona salva esta "librada del poder de las tinieblas", y Dios "la traslada al reino de su amado Hijo" (Col. 1:13). El SEÑOR Dios Él Mismo ha proporcionado la única aceptable cura demandada por un infinitamente puro y santo Dios.

Dios es el único autor de nuestra salvación. Estamos perdidos en el "poder de las tinieblas" del pecado hasta que Dios nos transforma. El dios de este mundo ha cegado las mentes de aquellos que no han creído en Cristo (2 Cor. 4:3-4). Cuando somos nacidos espiritualmente, nuestros ojos espirituales son iluminados y vemos la luz del Evangelio de Jesucristo. Nuestras mentes, nuestros corazones, nuestra voluntad propia vienen a la influencia y el poder del Espíritu Santo y somos cambiados desde adentro hacia afuera.

La cosa más grande que un Dios infinito puede hacer por el hombre, es transformarlo de uno que odia a Dios a un amante de Dios. Él nos toma de un estado de hostilidad a Dios, a uno en que somos "conformes a la imagen de su Hijo." La salvación nos transforma para ser "como Cristo".

 "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efesios 2:8).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin