El todo-suficiente sacrificio de Jesucristo que permitió a Dios salvarnos es suficiente para mantenernos salvos de toda la eternidad.

¿Tiene el pecado el poder de poner en nada el poder  de salvación de Dios? ¿Es posible que el poder del pecado sea más poderoso que la sangre de Jesús, el Cordero de Dios? 

El  SEÑOR Dios  eficazmente ha tratado con todos los pecados que una vez han sido cometidos (Heb. 9:11-12; 10:10-14). El Hijo de Dios es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Él no era solamente una persona muriendo en una cruz, pero el Hijo de Dios sin pecado que estaba dándose así mismo como un sacrificio sustituto para todos los que llaman a Su nombre. 

Cuando Jesús murió en la cruz, todos nuestros pecados fueron atribuidos a  Él. Ellos fueron cargados a Su cuenta, es como  poner dinero en el banco. Dios trató a Cristo como si Él hubiera cometido esos pecados (2 Cor. 5:21; 1 Jn. 3:5; Rom. 4:25; 1 Pedro 2:22, 24).

El resultado de la muerte de Cristo fue que todos esos pecados han sido pagados por completo y Dios no los sostiene contra nosotros, porque hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador. Eso no es todo; las demandas de la ley santa de Dios han sido totalmente cumplidas por Cristo en Su muerte de una vez por todas.

Los que creen nunca tendrán sus pecados atribuidos a ellos de nuevo (Sal. 32:1-2; Rom. 4:1-8). En lo que respecta a sus registros, se refiere que comparten la perfecta justicia de Jesucristo.

La condición actual de los pecadores perdidos no es a causa de su pecado, sino a causa de su incredulidad. La Biblia dice, "Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios " (Juan 3:17-18).

La sangre de Jesús es suficiente para cubrir los pecados de cada persona, pasado, presente y futuro. El sacrificio ha sido hecho una vez por todas. Ningún otro sacrificio puede o será hecho. Es  todo-suficiente para todos los pecados para toda la humanidad para siempre. Sin embargo, nadie es automáticamente salvo por esa muerte. La muerte se hace efectiva cuando el pecador perdido llama al nombre de Jesús, poniendo su fe en Él para salvar y dar vida eterna. La única condición es creer en la obra de salvación de Cristo en la cruz. Todo lo que una persona tiene que hacer para estar perdida, es nada. No creer es decir, en efecto, Jesús no murió por mí. Creer en Cristo es en efecto la declaración de que Él es todo-suficiente para cubrir todos mis pecados por toda la eternidad. El sacrificio  ha sido pagado en su totalidad. No hay necesidad de nada más. Todos mis pecados, pasados, presentes y futuros están bajo  la sangre que limpia.

La sentencia ya está aprobada para todos los que rehúsan creer en Cristo como su Salvador enviado de Dios (Juan 3:18, 36). Sin embargo, "mas a todos los que  le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). "Dios nos ha dado la vida eterna " (1 Juan 5:11). El problema es que la gente ama la oscuridad espiritual más que "la Luz" de Jesús.

La salvación se recibe a través de creer en la obra  terminada de Cristo en la cruz. Las personas que rechazan el evangelio de salvación de Cristo ya están bajo condenación, porque no han creído. Ellos están condenados. Sin embargo, el que cree en Cristo "no está condenado," y  "no será condenado" (Juan 5:24). La persona que cree en Cristo tiene "vida eterna, y no  vendrá a condenación,  mas ha pasado de muerte a  vida."El creyente tiene ahora vida espiritual eterna, que es interminable (Juan 3:36). Cuando confiamos en Jesús, tenemos en el momento actual "la vida eterna." Ninguna sentencia vendrá en el futuro con respecto a la vida eterna. Él no será juzgado "porque ya pasó de un ámbito la "muerte" -a otro- "la vida" (Efesios 2:1, 5). Hemos pasado de la muerte eterna a la vida eterna. Jesús describió la resurrección de los pecadores perdidos en la vida eterna. Con el apóstol Pablo también podemos proclamar: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Rom. 8:1).

El creyente es un pecador, aun cuando él sea un pecador redimido. La diferencia es que él confiesa sus pecados y pide el perdón de Dios en Cristo (1 Jn. 1:6-7). "La sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo el pecado" (v. 7).

La única diferencia entre la condenación y la salvación es la fe en el trabajo  de expiación de Jesús. Hechos 4:12 dice, " Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" Jesús da la vida eterna a  cualquier persona que cree en Él, porque Él ya ha muerto por esa persona. 

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin