Supongamos por un momento que tú moriste hoy y te paraste  frente al Señor Dios y Él te preguntó, "¿Por qué debo dejarte entrar al cielo?" ¿Qué le dirías? ¿Qué crees que dirías?

Esta es una de las preguntas más importantes que puedes hacer a una persona con respecto a su salvación. James Kennedy tuvo la idea de Donald Grey Barnhouse quien formulo las mismas preguntas con una redacción ligeramente distinta. "¿Qué derecho tiene usted de entrar al cielo de Dios? ¿Cuál sería su respuesta?" 

Me gustan estas preguntas, ya que nos obligan a aclarar nuestras ideas acerca de la salvación. 

Una cosa es segura, un día usted va a morir. De repente usted estará frente a Dios y Él le hará la pregunta, "¿Por qué debo dejarte entrar a Mi cielo?" "¿Qué derecho tiene usted para entrar en el Lugar Santísimo?"

Su respuesta podría ser: "Yo soy una persona religiosa. Estoy tratando de vivir una vida cristiana lo mejor que pueda. Doy a los pobres, y trato de ayudar a personas necesitadas. Yo no soy un notorio pecador. He leído libros religiosos, mi Biblia, y yo trato de amar a las personas. Estoy sirviendo a Dios lo mejor que puedo. "Pero nadie será justificado delante de Dios sobre la base de sus buenas obras religiosas. "Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso, ¿quién lo conocerá?" (Jer. 17:9). El apóstol Pablo escribió, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se glorié" (Efesios 2:8 - 9).

La única manera que  una persona religiosa puede ser salva es por la fe en Cristo Jesús quien murió en la cruz para pagar la pena de nuestros pecados. Jesucristo ofrece Su propia justicia perfecta en el lugar de nuestra propia justicia, la cual nunca puede salvarnos. Cuando nos encontremos ante el juicio del trono de Dios nadie será capaz de ofrecer ninguna buena obra como base de su buena relación con Dios. Nuestros pecados y nuestra culpa detendrán nuestra boca porque Dios exige justicia perfecta, y eso no lo tenemos nosotros.

"¿Por qué Dios le permitiría entrar en Su cielo?" "¿Qué derecho tienes tu para entrar en Mi cielo?" Usted puede decir, "soy una buena persona Judía. He sido circuncidado. He cumplido con los requisitos del pacto. "O usted puede decir," He sido bautizado por inmersión en la fe Cristiana. "O" He cumplido con los requisitos de la confirmación. He tomado los sacramentos, y doy a los pobres. "Pero la Palabra de Dios, la Biblia, todavía dice," No hay justo, ni aun uno… No hay nadie que haga el bien, ni siquiera uno. "Nadie será declarado justo delante de Dios por sus buenas obras, porque la finalidad de la Ley es para hacernos conscientes de nuestros pecados. "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Rom. 3:20).

El propósito de la Ley es que nosotros vengamos a la convicción de nuestra injusticia y nos lleva a la perfecta justicia de Jesucristo que es el único que puede salvarnos.

Mi única afirmación para el cielo es el Señor Jesucristo. El murió por mí. El tomo el castigo por mis pecados. Él es mi derecho al cielo. Él se ha convertido en mi justicia.

La única respuesta que satisface a Dios es una que se centra en el trabajo expiatorio de Jesucristo. Si somos salvos no es en la base de algo que nosotros hacemos, pero completamente en lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz en Su muerte y resurrección. Él sufrió por nuestros pecados. Él murió por nosotros. "La paga del pecado es muerte." Murió mi muerte. Él tenía el castigo por mis pecados en Su muerte. No hay otro camino para llegar a Dios. Solo la persona que viene a Dios confiando en el Señor Jesucristo entrara en la presencia de Dios en el cielo.

Vamos a suponer que murió hoy y se paro delante de Dios. ¿Cuál sería su respuesta a la pregunta, "¿Por qué te debo dejar entrar en Mi cielo?" "¿Con qué derecho debería Dios dejarlo entrar a Su cielo?"

 Oro para que usted declare: "Mi único derecho al cielo es el Señor Jesucristo. Él murió por mí. Tomó mi castigo por mis pecados. Él es mi justicia. Él es mi única esperanza para entrar en la santa presencia de Dios. No hay otro nombre dado a los hombres, en quien pueda ser salvo, solo Jesucristo puede salvarme."

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin