El sacrificio de Jesús Cristo se completó en la cruz cuando gritó, "¡Consumado es!" (Juan 19:30). Se terminó y como resultado es por siempre hecho. "Está terminado." Nada más se necesitaba hacer desde el momento en que Cristo murió. Fue una y de una vez por todas completado el sacrificio por el pecado.

Fue en el derramamiento de su sangre en la cruz que Cristo, a ambos ratifico, al Nuevo Testamento y compró la redención del creyente, El término importante utilizado en referencia a la expiación en el Nuevo Testamento es la "sangre." La sangre de Cristo indica que todo - abarca la obra redentora de Cristo en la cruz.

Desde que el sacrificio de Jesús Cristo se completó en la cruz en el Calvario, no es correcto decir que Cristo ofreció su sangre sobre el propiciatorio divino. Cristo ascendió al cielo, porque su obra de expiación se terminó, no para competir con ella. El no necesita presentar su sangre en el cielo porque nuestra redención era ya un hecho consumado (Hebreos 9:7-12, 24-25; 10:19; 13:12, 20; 1 Juan 2:2, etc.) Cristo no tenía que hacer una ofrenda para sí mismo como el sacerdote del Antiguo Testamento año tras año en el Día de la Expiación. Ya era perfecto en su relación con el Señor Dios. No había necesidad para Cristo de presentar sangre en el cielo por nada. Sólo necesitaba que se presentara en el cielo, porque Él es el perfecto Sumo Sacerdote.

Cristo entró en el cielo después de la seguridad de nuestra eterna redención en la cruz, su ascensión fue la entronización en el cielo como el Sumo Sacerdote que había terminado la obra de la redención.

Las consecuencias de esta gran transacción son grandes. Nuestra salvación es por la gracia de Dios por la fe en el sacrificio de Jesucristo para el pecador. La obra de expiación fue completada en la cruz, y no se tenía que cumplir nada más. No fue un trabajo incompleto. El no dejo las cosas a medio hacer. Nuestra salvación no depende de algo que tenemos que hacer para completarlo. Cristo no tenía que hacer algún acto de expiación en el cielo como un sumo sacerdote terrenal, y nosotros tampoco. "¡Consumado es!" ¡Hecho! "Completo".

El sacrificio de Cristo fue hecho una vez por todas, por Cristo en la cruz, en el momento de su muerte. Cualquier teoría de la expiación que sugiere que Jesús debía tener su sangre con él en el cielo niega la obra terminada de Cristo en la cruz.

Debido a que el sacrificio del Cordero de Dios, se terminó en la cruz, los beneficios posteriores de su sacrificio se extiende a todo creyente y el mismo cielo (Hebreos 9:23).

La sangre derramada de Jesús en la cruz es la única base justa para que Dios perdone a todo pecador que pone su fe en Cristo para la salvación. La muerte expiatoria de Cristo es todo lo suficiente para salvar a todo pecador que pide en su nombre para salvación.

Usted no necesita el "sacrificio divino, que se celebra en la Misa" para hacer lo correcto con Dios. El hecho histórico de que Cristo murió por nuestros pecados es todo lo suficiente para salvar el mayor de los pecadores. Usted no necesita otro sacrificio. El único que hará por todos los pecados. No hay más necesidad de un sacrificio "sin sangre"

Jesucristo en obediencia al Padre se ofreció a sí mismo en el lugar de los pecadores condenados por el derramamiento de su sangre como el precio de nuestra redención (Mateo 20:28). El pecador está en la esclavitud del pecado y bajo la pena de muerte (Romanos 7:14, 5:12, 6:23). Jesús murió en el lugar del pecador. El precio de compra para canjear el esclavo del pecado es la sangre de Jesucristo (Apocalipsis 5:9). El Cordero de Dios es digno, porque él fue inmolado", y con su sangre nos ha redimido para Dios,  de todo linaje, lengua, pueblo y nación".

Toda persona que cree en Jesucristo para la salvación esta eternamente segura en Él (Juan 10:28-29). Hemos sido redimidos de la esclavitud para siempre "(Gálatas 3:13; 4:4-5). Él nos compró y nos sacó de la plaza del mercado. Ya no estamos disponibles, estamos fuera del mercado. Ahora somos propiedad de otra persona - Dios. El Se niega a vender sus posesiones preciosas. Aquellos que han sido redimidos han sido puestos en libertad para siempre.

Otra gran ventaja de la expiación final de Cristo es que nos ha hecho rectos ante Dios. Ahora tenemos comunión con él, porque el creyente se ha reconciliado con Dios por la sangre de Cristo (Hebreos 10:19, Efesios 2:16, Colosenses 1:20-22). Jesús satisfizo las demandas justas y santas de Dios, y nos reconcilió con él.

La muerte sacrificial de Cristo aleja la ira de Dios de todos los que creen en Cristo como su salvador. Él es nuestra propiciación, Él es nuestro propiciatorio, y solo su muerte es todo lo suficiente para salvarnos. Cristo es el propiciatorio que fue rociado con su propia sangre.

Jesucristo fue el sacerdote que ofreció el sacrificio perfecto de sí mismo en la cruz por nuestros pecados. Él murió en nuestro lugar (2 Cor. 5:21; Gal. 1:4; 3:13; Efe. 5:2, 25; Mat. 20:28; Rom. 5:6, 8).

Jesucristo ha obtenido eterna redención para todo el mundo, confiando solo en él para salvación. Él le suplica este día, para confiar en su muerte para hacerlo recto ante Dios. La ofrenda de Cristo en la cruz es la perfecta redención, propiciación y satisfacción, por todos los pecados de todos los que pedirán en su nombre para ser salvos. No hay ninguna otra satisfacción para el pecado, solo por su muerte. Crea en El y usted tendrá vida eterna.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin