Una Nueva Creación, aún no Perfecta

"El creyente es un hombre nuevo, una nueva creación, pero él es un hombre nuevo que aún no está hecho a la perfección", observa John Murray.

El creyente nacido de nuevo todavía tiene que tratar con el pecado que mora en él. El todavía peca a pesar de que está creciendo en la semejanza de Cristo y es el tema de la santificación progresiva del Espíritu Santo.

El creyente es transformado de gloria en gloria en la misma imagen, como por el  Espíritu del  Señor (2 Corintios 3:18).

El énfasis que el apóstol Pablo hace en Romanos 6:14, 17, 18-20, ha habido un cambio radical en la relación del creyente con el pecado. Es cierto que el creyente todavía peca, pero él ya no es un esclavo del pecado. El pecado ya no reina como en la condición del hombre viejo, la persona no regenerada. Romanos 7:14-25 nos enseña que el pecado todavía permanece en la mente del creyente, los sentimientos, y la voluntad. La esclavitud del pecado está rota. Pero en Romanos 6:6, Efesios 4:20-24 y Colosenses 3:9-10 resalta la lucha en el corazón del creyente mismo.

Herman Bavink dijo: "La lucha espiritual que los creyentes deben dirigir es entre la carne y el espíritu, entre el antiguo y el nuevo hombre, entre el pecado, que continua para morar en los creyentes y el principio espiritual de la vida que se ha plantado en sus corazones".

Si la vieja naturaleza, ha sido "crucificada" y "dejada a un lado," ¿cómo se puede decir que el creyente tiene todavía una vieja naturaleza?

La muerte de Cristo tomó la forma de una crucifixión romana. El apóstol Pablo dice que el creyente esta "crucificado con Cristo" y está "muerto" como resultado de esta acción, tal como Cristo después de Su crucifixión. Así como Cristo estuvo definitivamente muerto lo es el creyente en su unión vital con Cristo ha muerto al pecado. "Por qué en cuanto  murió, al pecado murió una vez por todas, más en cuanto vive, para Dios vive" (Romanos 6:10).

Pero la finalidad de la muerte no es la única cosa que Pablo subraya acerca de nuestra relación con Cristo. Inspirándose en el simbolismo del bautismo por inmersión en el agua Pablo dice: "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva "(Romanos 6:4). No es una muerte física y el entierro en relación con el creyente, sino forense y posicional. Pablo tiene en mente nuestra nueva posición en una unión vital con Cristo. Este es un acto de Dios. Tenemos una nueva relación con Él. Hemos sido colocados en una nueva posición sin cambios. Esta es la manera en que existimos en los ojos de Dios. No somos ficción en Su imaginación. Esta es la mayor de las realidades espirituales.

Los creyentes deben "considerarse como muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" porque esta es la gran realidad de nuestra vida espiritual (6:10).

Esta situación o posición delante de Dios tiene una importancia vital y el poder en nuestra vida diaria. Señalamos el poder y los recursos de esta posición sin cambios.

Pablo describe el hombre completo y el cambio en nuestra relación. Tenemos una nueva posición. El contraste que Pablo está llevando a cabo en estos pasajes no es un cambio en nuestra naturaleza, pero un cambio en la relación. Nuestro hombre viejo es el viejo yo no regenerado. La nueva persona es el nuevo yo regenerado.

Debido a esta regeneración espiritual provocado por el Espíritu Santo en nuestros corazones, somos nuevas criaturas en Cristo. Como resultado tenemos una nueva relación con Cristo y una nueva posición ante Dios el Padre.

Es responsabilidad del creyente de colaborar con el Espíritu Santo en la obediencia a la Palabra de Dios y vencer la tentación.

El verdadero creyente sabe que necesita a Cristo todos los días. Él sabe que debe cuidarse y mantener su corazón todos los días hasta que él vea que Cristo es la gloria. Cuando peca huye a Cristo, Su defensor. Dios ha comenzado una nueva obra en el creyente, pero ese trabajo todavía no es perfecto.

El cristiano vive en los dos capítulos de Romanos siete y ocho. La vida cristiana es una dinámica cada vez mayor, el arrepentimiento y la fe en Jesucristo. Todos los días cada vez más dependemos de la sangre y la justicia de Jesucristo para cubrir todos nuestros pecados. Lo amamos más y más cada día.

Nuestro sentido de arrepentimiento se profundiza a medida que descubrimos más pecados que deben ser condenados a muerte. Al igual que el apóstol Pablo, clamamos a diario en nuestro duelo, "yo soy carnal". Pero todos los días, también nos gloriamos en la gran verdad: "Ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús". Morimos al pecado diariamente, y vivimos a la justicia todos los días. Por el trabajo interno del Espíritu Santo, nosotros "morimos a las obras de la carne para que vivamos." Esta es la responsabilidad de todos los días. Diariamente el hombre interior, o el "yo" se renueva de día en día.

Romanos 7:14-8:4 es la batalla interior contra el pecado y el resto de la obediencia imperfecta a la Palabra de Dios. Es la obra del Espíritu Santo guiar al creyente en el más profundo arrepentimiento, el aumento de la santidad, y una mayor dependencia de la obra terminada de Jesucristo.

Habrá un día en que el arrepentimiento no será más, pero ese día no ha llegado. Hasta que llegue ese día, debemos profundizar nuestro arrepentimiento y aumentar nuestra fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin