Estoy implicado en algo que todavía valdrá la pena un millón de años a partir de ahora, porque Dios no ha revocado la Gran Comisión.

Jesús dijo, "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14).

Hoy el reino de Dios se realiza cuando nosotros proclamamos al crucificado, resucitado y al que viene el Señor Jesucristo.

El Evangelio es la buena noticia del Reino de Dios que ha venido en la persona y obra del Señor Jesucristo. ¿Cómo podemos entrar en el reino de Dios? Sólo hay una manera. "Arrepiéntete de tus pecados y cree en el Señor Jesucristo." Ese es el mensaje que predicamos.

Nuestro mensaje es el evangelio de la gracia gratuita. Es lo que Dios ha realizado por nosotros en el sacrificio sustituto expiatorio de Jesucristo por nuestros pecados. Nosotros ofrecemos el evangelio libremente "sin dinero y sin costo" (Isaías 55:1).

John Ryle dijo una vez: "Los hombres tienden a olvidar que no se requieren grandes pecados para ser un pecador, a fin de arruinar un alma para siempre. Sólo tienen que oír  sin creer, escuchar sin arrepentirse, ir a la iglesia sin ir a Cristo, y por eso se encontrarán en el infierno. "

Es imperativo que hagamos el mensaje de la salvación un claro cristal en nuestras presentaciones. La salvación es un regalo de Dios y es "por gracia que sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros." Dios ha proporcionado todo lo que necesitamos para ser salvos. "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo" (Hechos 16:31). Pero también ten la seguridad de que si  "rechazas a Jesucristo, tu perecerás para siempre".

Cada vez que compartimos el mensaje estamos involucrados personalmente en lo que Dios está haciendo en la construcción de Su reino eterno.

¿Qué podemos esperar al llevar el evangelio fuera de la propia edificación y compartirlo con otros? Podemos estar preparados y aceptar la hostilidad de algunos oyentes (Mateo 10:16-18, 21-25). Habrá hombres que "os entregarán a los tribunales, y azotarán en sus sinagogas, e incluso los interpondrán ante gobernadores y reyes por mi causa, como un testimonio para ellos y para los gentiles (Mat. 10:17). La historia del cristianismo es la historia de la persecución y el martirio por la causa de Cristo. Más personas han sido perseguidas y han muerto por Cristo durante los últimos cien años que en los últimos dos mil años.

Podemos esperar el poder de Dios y la gracia para satisfacer todas nuestras necesidades a medida que transmitimos las buenas nuevas a un mundo perdido. Jesús dijo: "Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar" (v. 19). Esas son las instrucciones para los mártires y los cristianos bajo la persecución, no predicadores preparándose para la mañana del domingo, sin hacer sus deberes. El Espíritu Santo da libertad para dar testimonio bajo todas las circunstancias para Cristo. "Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros" (v. 20). El éxito en su testimonio personal es simplemente compartir a Jesús Cristo en el poder del Espíritu Santo y luego dejando los resultados a Dios.

Nuestro trabajo es ser fieles a Cristo en todas las circunstancias (Mat. 10:26-27). La única persona que nosotros debemos de temer es al SEÑOR Dios "que es capaz de destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (v. 28). Lo peor que un hombre puede hacer es matar el cuerpo. Sin embargo, "para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21).

El Señor es soberano en Su reino (vv. 30-33). No hay nada que puede suceder a Su siervo fiel que no es plenamente conocido por Él. Todo lo experimentamos como Sus siervos es plenamente conocido por Él y pasa en última instancia, para nuestro bien y Su gloria eterna. Las responsabilidades son grandes para todos los creyentes (vv. 34-39).

Sin embargo, las recompensas de ser fiel a nuestro Señor Jesucristo son eternas (vv. 40-42). "El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. . . . Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría, solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa" (vv. 40, 42).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin