¿Qué tan bueno tiene que ser una persona para ser salva? Tal vez la mejor manera de responder a esa pregunta, es ¿cuán perfecto es Dios?

Jesús dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5:48).

El SEÑOR Dios dijo a los hijos de Israel, "Sed santos, porque yo Jehová vuestro Dios, soy santo" (Levítico 19:2; cf. Deut. 18:13).

La palabra Hebrea tam o tamim significa ser "sin defecto" o "sin mancha". Los sacrificios Hebreos tenían que ser "sin mancha", impecable y completamente sin defecto (Éxodo 12:5; 29:1; 1 Ped. 1:19; Efe. 5:27). Otra palabra shalem significa "todo" o "completo." Eso significa que lo que es sin defecto o sin mancha es completo.

El estándar de la justicia de Dios nunca cambia porque El no cambia. Dios es la norma perfecta de lo contrario Él no sería Dios.

Jesús usó la palabra "perfecto" (teleioi de telos) que significa final, meta, límite. Es la norma absoluta de nuestro Padre celestial. Esa persona es perfecta o completamente desarrollado "en un sentido moral." Por lo tanto, en el ámbito de la moral significa "sin mancha".

Jesús es el ejemplo perfecto de este estándar divino (1 Pedro 2:21-25).

La palabra "santo" en Levítico 19:2 nos da la razón de los sacrificios bajo la ley mosaica. Dios es santo y el hombre es un pecador. El pecado separa al hombre de Dios. La fuente de nuestra santificación es "El SEÑOR que os santifica" (Lev. 20:8). El significado es apartado o separado.

El estándar de Dios para el hombre es completo, perfecto, y una moral recta. Para ser aceptable a Dios todo ser humano debe ser lo más justo y sin pecado, como Jesucristo.

Ese estándar de justicia crea una crisis moral y espiritual para toda la humanidad. La Biblia nos dice que hemos pecado y estamos lejos de tener una moral perfecta. "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). El estándar de Dios es un corazón limpio, y es evidente al estudiar el Sermón del Monte, que nadie puede vivir de acuerdo con sus exigencias (cf. Mat. 5:20-25, 27). El centro de nuestra personalidad nos condena. Jesús dijo, "porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Mat. 15:18-20). Es el corazón que tiene que ser cambiado (2 Cor. 5:17).

Yo tengo un problema. Yo soy un pecador. Pero mi problema es aún mayor de lo que nunca imaginé. "La paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Nuestro pecado puede ser ilustrado con un arquero disparando sus flechas desde Tegucigalpa, Honduras, Centroamérica, hasta el Polo Norte. Él siempre perderá dar en el blanco. Esto siempre no lo alcanzará. Nadie va a llegar al cielo por sus propios esfuerzos, porque no alcanzamos los estándares perfectos de Dios.

Dios nunca baja Sus estándares para dar cabida al hombre pecador. Su santidad absoluta es el estándar. El no aceptará una obediencia a medias. Dios es infinito en sus perfecciones. Jesús dice en Mateo 5:48, "Por lo tanto, tienen que ser perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto." Tenemos que ser "llevados a ser perfectos  a término, de plena madurez, falto de nada."

¿Cómo puede ser eso ya que lo que se ha escrito me describe a mí? ¡Maravilloso! Es por eso que Jesucristo fue a la cruz y murió como un sacrificio por el pecado. "La paga del pecado es muerte", y Jesús murió tu muerte en la cruz. Basada en la muerte del sacrificio expiatorio de Jesucristo como nuestro sustituto, ahora Dios nos puede salvar por gracia mediante la fe en Jesucristo. Dios pago en su totalidad nuestra pena al enviar a Jesucristo en la cruz a morir por nosotros. Cuando creímos en Cristo, Dios el Padre y el juez nos declaró absueltos basado en la obra salvadora de Cristo.

Cada cristiano lucha con la santidad en su vida, y todos nosotros hasta que veamos a Jesucristo cara a cara (Fil. 3:12-16).

Dios nos hace santos, cambiándonos desde adentro hacia afuera (2 Cor. 3:18). Se trata de una santificación progresiva, no de una vez por todas, perfección sin pecado, antes de morir.

El objetivo último del creyente es vivir en armonía con Mateo 5:48, y "Sed perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto".

Nosotros seremos establecidos "para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos" (1 Tes. 3:13).

Es para aquellos que se esfuerzan para lograr el objetivo de la victoria que se asegura. Vamos a llegar a la meta ideal de perfección, cuando veamos a Jesús en gloria. Será el regalo perfecto para el creyente (Sal. 17:15); Fil. 1:6, 3:12; 2 Tim. 4:7, 8; Apocalipsis 21:27; 7:14).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin