¿Le ha agarrado el Espíritu Santo por sorpresa últimamente? ¿Le ha revelado Él un entendimiento más profundo de la persona de Jesucristo?

Él siempre habla a través de su Palabra inspirada, las Escrituras. Es su deseo de "guiarnos a toda verdad. . . Él te mostrará lo que vendrá" (Juan 16:13).

Jesucristo es el gran tema glorioso del Espíritu Santo. Él nunca habla de sí mismo porque el papel del Espíritu de Dios es dar testimonio de Jesucristo. Jesús dijo: "Él me glorificará." El Espíritu Santo es silencioso acerca de Sí Mismo para que los hombres vean la gloria del Padre, revelado en el Hijo.

En el primer Domingo de Pascua por la mañana María Magdalena se sorprendió al ver que la puerta de piedra de la tumba de Jesús que pesaba 2000-libras "ya había sido quitada del sepulcro" (Juan 20:1). Un poco más tarde, Jesús se encontró con las mujeres y las saludó. "Y ellas acercándose, abrazaron su pies, y le adoraron" (Mateo 28:9). El apóstol Juan nos dice que María estaba fuera de la tumba, llorando y mientras lloraba, vio a dos ángeles que le preguntaron: "¿Por qué lloras?" Ella se dio la vuelta y "vio a Jesús que estaba allí, mas no sabía que era Jesús. Él le hizo la misma pregunta: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? "Estaba muy sorprendida", pensando que Él era  el hortelano. "Jesús la llamo por su nombre." Después de reconocer plenamente a Jesús, corrió y dijo a los discípulos: "He visto al Señor" (Juan 20:11-18).

Esa misma noche, Jesús sorprendió a los asombrados discípulos cuando las puertas de su sala de reuniones fueron cerradas. "Jesús se acercó y se puso en medio y luego dijo, ¨paz a vosotros" (v. 19).

El mismo día en el camino a Emaús dos discípulos invitaron a un desconocido y para su sorpresa como Él tomó el pan y lo bendijo, "los ojos de ellos fueron abiertos y le reconocieron, y él desapareció de su vista. Y se decían unos a otros: «¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras Él nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?" (Lucas 24:30-32).

Una y otra vez por los siguientes cuarenta días, Jesús sorprendió a los discípulos con alegría con Sus apariciones hasta que Él ascendió en una nube y fue recibido en el cielo. La ascensión trata de poner en palabras lo que está más allá de las palabras, y describe lo que está más allá de la descripción.

¡Qué sorpresa en el aposento alto, cuando el día de Pentecostés se cumplió!, "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:4).

¡Qué sorpresa de ver y oír a Pedro predicar el sermón más grande en su vida sobre la muerte expiatoria de Jesús y Su resurrección! Tres mil personas fueron salvas ese día (Hechos 2:37-41). Los discípulos hablaron con denuedo y gran poder dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús (Hec. 4:31-33, etc.)

El Espíritu Santo sorprendió a Saulo de Tarso en el camino a Damasco después de que él dio su consentimiento para la muerte de Esteban, que "siendo lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la diestra de Dios" (Hec. 8:55). Pablo fue súbitamente sorprendido cuando vio "una luz de los cielos a su alrededor. . . y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hec. 9:3-4). Jesús respondió: "Yo soy Jesús a quien tú persigues" (v. 5).

El Espíritu Santo mora en nosotros para que Él pueda revelar el Señor Dios a nosotros. Él nos guía a toda verdad sobre el Señor Jesucristo. Él abre sus Escrituras y nos enseña para que podamos glorificar a Cristo.

Dios ama el sorprendernos. ¿Le ha sorprendido últimamente? ¿Le da a Él, el "espacio"? ¿Lo buscas a Él? ¿Espera  usted que entre por la fuerza en usted en cualquier momento?

No espere venir a Cristo sólo de cierta manera. Deja de lado cualquier idea preconcebida de cómo Él debe venir a usted. Espérelo que Él vendrá en cualquier momento, a cualquier hora, en el momento menos esperado en su día.

Dios está siempre trabajando en Sus visitas sorpresas. Él viene en Su tiempo perfecto. Mantén tu corazón tierno hacia Él, para que si te agarra por sorpresa tú sabrás que estás en Su presencia.

Mantente en un estado de expectación. "¡Ven, Señor Jesús!".

Mantente listo en todo momento de las visitas sorpresa del Señor. "He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron, y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Si, Amén" (Apocalipsis 1:7).

¿Señor, Jesús, te veré hoy? Aun así, ven.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin