Yo creo en el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad.

El Espíritu Santo es una persona, y debe ser tratada con el respeto de una persona divina. Él es un miembro de la Trinidad, al igual que Dios el Padre y Dios el Hijo.

No estoy diciendo que hay tres dioses, pero tres personas divinas que también son uno. "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deut. 6:4).

R. A. Torrey observó: "Si una vez captamos la idea de que el Espíritu Santo es una Persona Divina de infinita majestad, santidad, gloria y poder, que en maravillosa condescendencia ha entrado en nuestros corazones para hacer Su morada allí y tomar posesión de nuestras vidas y hacer uso de ella, se nos pondrá en el polvo y nos mantendremos en el polvo. No puedo pensar en ningún pensamiento más humilde o más abrumador que la idea de que una persona de la Divina majestad y gloria habita en mi corazón y está listo para usarme, incluso a mí”.

La personalidad divina del Espíritu Santo es observada en Sus acciones. Él es prometido como un consejero, o un ayudante o el que alienta a los creyentes. Él da sus dones para la edificación del cuerpo de Cristo (Juan 14:16-18; 1 Cor. 12:11). Él es otro tipo de Consejero de la "misma clase. Él es otro consejero divino, haciendo la voluntad del Padre, como Jesús. Él vive con los cristianos y en ellos. Él es igual al Padre y al Hijo.

El Espíritu Santo tiene los mismos atributos divinos como el Padre y el Hijo. Él es "santo", omnisciente, omnipotente y omnipresente, al igual que el Padre y el Hijo (1 Cor. 2:10-11; Juan 16:12-13; Luc. 1:35; Sal. 139:7-10).

El Espíritu Santo hace obras que son exclusivas de Dios. Él es creador, imparte vida, da el nacimiento espiritual, dio la Palabra inspirada de Dios, la Biblia, y equipa a los creyentes con los dones espirituales (Job 26:13; 33:4; Juan 3:5-6; Rom. 8:11; 2 Ped. 1:21). No es una fuerza espiritual o poder que da regalos. Solo una persona puede hacer eso.

El Espíritu Santo tiene una personalidad distinta del Padre y del Hijo. Jesús dijo de Él: "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí" (Juan 15:26). El Espíritu está en categoría coordinado con Dios Padre y Dios el Hijo. Él es igual en poder y deidad. "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén" (2 Cor. 13:14). Se nos ordena: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mat. 28:19).

Se le da un nombre personal. Pedro dijo: "Ananías, ¿cómo es que Satanás ha llenado tu corazón para que hayas mentido al Espíritu Santo?" (Hechos 5:3). El Espíritu Santo es su nombre, y Él es Dios. "No has mentido a los hombres, sino a Dios" (v. 4).

El pecado contra el Espíritu Santo es una ofensa contra una personalidad divina, y tiene consecuencias eternas (Mateo 12:31-32).

El Espíritu Santo es una persona real, cuyo trabajo consiste en apoderarse de nuestras vidas y nos usa para la gloria de Dios. Mientras pensamos en Él como un poder misterioso, o la influencia de nuestros pensamientos será conseguiremos más del Espíritu Santo, y seremos llenos con auto-exaltación y auto-orgullo. Cuando pensamos en Él como Persona Divina, un miembro de la Trinidad, estamos ocupados en como Él puede tener más de mí.  ¿Cómo puedo ponerme a su disposición para glorificar al Padre y ser usado en el Reino de Dios?

Honramos al Espíritu Santo al reconocer y confiar en Su obra en nuestras vidas, en nuestras iglesias y en alcanzar al mundo perdido. Cuando lo ignoramos, desobedecemos y deshonramos la Divinidad. Nuestra actitud y la respuesta a la Palabra de Dios honran o deshonra el Espíritu Santo, quien es el Autor. Ser "llenos del Espíritu" significa obedecer y estar en sumisión a Él. Cuando estamos bajo Su control traemos honor y gloria al Señor Dios.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin