"Debemos interpretar las circunstancias por Dios y no a Dios por las circunstancias," escribió G. Campbell Morgan. "El peligro del momento es que los hombres y las mujeres de fe pueden tratar de considerar a Dios por las circunstancias de la aflicción."

Nosotros vemos a Dios en Su actividad. Él ha demostrado Su santidad, justicia y el amor en la cruz. No hay ninguna razón por la que alguna vez deberíamos cuestionar Su amor a causa de la gran manifestación de ese amor en el Calvario. Él envió a Su Hijo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores (Romanos 8:32). Dios no cambia en Sus atributos eternos.

Nosotros nos sentimos tentados en un momento de dificultad extrema de juzgar a Dios por lo que estamos experimentando. La realidad de la presencia eterna de Dios nos obliga a examinar de nuevo  el momento oscuro que experimentamos desde el punto de vista del Dios eterno (Santiago 1:17; Mal. 3:6).

En su diálogo impresionante con Dios, el profeta Hebreo Habacuc, hizo preguntas difíciles que preocupan las mentes de los hombres. Lo que Habacuc estaba cuestionando  se parecía mucho a lo que vemos y experimentamos en nuestros días. ¿Por qué tenemos que ser testigos de la violencia, la maldad, la destrucción, y la perversión, etc.?

El Señor Dios le dijo a Habacuc: "porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis" (Habacuc 1:5). Dios estaba usando las circunstancias para lograr sus propósitos eternos. "Estoy levantando a los caldeos" (v. 6).

Cuando el Señor pisa el lagar, Él nos fuerza a vivir lo que nosotros somos en la persona interior. Él nos  fuerza a revelar lo que somos por dentro. Él no nos permitirá decir que somos una cosa y ser otra cosa en la vida.

Habacuc aprendió de la terrible invasión de los Caldeos, a poner su confianza en el Dios eterno, que ve el fin desde el principio de todas las calamidades. "Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación" (3:18). Eso es ver a Dios por encima de las circunstancias.

Cuando vemos las circunstancias a través de los ojos de Dios, nosotros somos transformados. "Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar" (v. 19).

Habacuc estaba escondido en el poder de Dios. El Dios de Jacob fue su refugio. "Sus caminos son eternos" (3:6). Los principios eternos no han cambiado.

Que Dios nos dé discernimiento para ver Su mano en las circunstancias crueles. Cuando nosotros estamos abrumados por el presente siglo malo, nosotros nos sentimos inclinados a preguntar: "¿Por qué callas cuando destruye el impío al más justo que él?" (v. 13).

¿Tiene algunos crueles, malvados, violentos caldeos invadiendo su fortaleza hoy? El Señor Dios dijo al profeta  preocupado, "El justo por la fe vivirá" (2:4). Esa es la única forma en que usted puede vivir en esas circunstancias.

Pero la pregunta crucial es ¿En qué o quién esta el centro de su fe? "Jehová el Señor es mi fortaleza" (3:19).

Cuando nosotros vemos que el SEÑOR Dios es el Único en control de las circunstancias, nosotros queremos gritar con Isaías: "He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos a Jehová; porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por la tierra" (Isaías 12:2-5, RV 1960).

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin