En el Antiguo Testamento el SEÑOR Dios tenía un templo para Su pueblo; sin embargo, en el Nuevo Testamento nosotros somos el templo de Dios.

El apóstol Pablo enseñó: "Somos el templo de Dios" (1 Cor. 3:16). La razón por la que él puede decir esto es porque nosotros hemos sido redimidos por la muerte de Jesucristo. A causa de la redención, el Espíritu Santo ha tomado la residencia en los redimidos.

En la antigua dispensación de la ley, el tabernáculo y más tarde el templo  fue dedicado totalmente a Dios para Su uso sagrado. Ellos fueron llamados "santos", porque  fueron separados y usados para Su propósito y gloria solamente. Esto simbolizó la casa de Dios sobre la tierra.

Bajo la nueva dispensación de la gracia, el cristiano es ahora llamado el templo de Dios. El creyente debe dar su vida entera sin reservas a Dios. Nuestros cuerpos son templos sagrados, santo para el Señor. Dios ha reclamado mediante la redención de nuestros cuerpos, y lo que Él reclamó para Su santo propósito es que debemos someternos a Él. "Así que, hermanos, os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo" (Romanos 12:1). Nosotros haremos lo que el apóstol nos amonesta a recordar que nosotros somos Su templo santo. Si nosotros hemos aprendido que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, nos mantendremos sin mancha. "Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo".

Además, el templo en la vieja economía fue entregado al SEÑOR Dios para Su posesión única. Cuando Moisés dedicó el tabernáculo de Dios, Él lo llenó con Su gloria. Cuando el rey Salomón terminó el templo, "La nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa del Señor" (1 Reyes 8: 10-11).

Desde el momento que usted cree en Cristo como su Salvador, el Espíritu de Dios mora en usted (Rom. 8:9). "Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11, RV 1960). El apóstol Pablo claramente tiene en mente la gloria de Dios llenando el templo. Por lo tanto, como la gloria llenó el templo de la antigüedad, el Espíritu Santo mora con el creyente en Jesucristo. "Él mora en vosotros." Cuando un pecador ha nacido espiritualmente, Dios mora en ese lugar santo y esa persona puede estar en comunión con el Señor Dios en santidad. El Espíritu Santo es una persona viva en la Trinidad, quien literalmente mora en nosotros. La morada del Espíritu Santo en nuestros cuerpos es una morada verdadera de una persona real, una persona espiritual. Esa persona divina es el Dios verdadero, igual con el Padre y el Hijo.

Para el discípulo obediente, Jesús prometió que El y el Padre "vendrán a él, y harán morada con él" (Juan 14:23). Esto solo es el secreto de la vida cristiana normal. Nosotros somos la posesión de Dios y morada en Él. Confiemos en Él para hacer todo lo que Él ha prometido hacer en y a través de nosotros.

Lo que cedo a Dios, Él acepta, limpia, llena, y luego me usa para Su gloria y honor. Es Dios dentro del alma del hombre, lo que poseo hoy por la fe, y por toda la eternidad.

La morada del Espíritu Santo, es una persona viva, una presencia divina, Dios es el medio de reconciliación con el mundo (2 Cor. 5:17).

En la antigua dispensación, Dios tomó posesión de Su templo y la morada para que Él pudiera bendecir a Su pueblo y ellos a su vez bendecir al mundo. El Espíritu Santo invade el templo de tu cuerpo, adquiere residencia en ti, y comienza la re-creación de Cristo a la gloria del Padre. Uno por uno, cuando nosotros nos sometemos a Su soberanía, Él está cambiando el mundo. ¨Él nos da nueva fuerza y vitalidad. Él nos lleva a la plenitud de Su vida."

No hay mayor placer  para el Espíritu Santo que more en Su templo y haga un trabajo extraordinario a través de personas corrientes que han aprendido a ponerse a disposición de Él para reinar con "plena" soberanía.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin