"La comunión del Espíritu Santo" es una bendición para todos los creyentes en Cristo (2 Cor. 13:14; Fil. 2:1).

No necesitamos ningún nuevo bautismo del Espíritu Santo para disfrutar de esta bendición. Todas las cosas son nuestras en la vida cristiana cuando nosotros creímos en Cristo y le recibimos. El apóstol Pablo nos dice que somos herederos y coherederos con Cristo. Cada creyente ha recibido la morada del Espíritu Santo desde el momento en que él creyó en Cristo. El bautismo del Espíritu nos puso en el cuerpo de Cristo. Nosotros ahora podemos disfrutar de la comunión del Espíritu Santo.

Lo único que ahora puede estropear esta comunión con el Espíritu Santo es el pecado no confesado. Nosotros permanecemos en comunión con el Espíritu de Dios, cuando nosotros permanecemos en la obra terminada de Cristo en la cruz. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9, RV 1960).

Nosotros vivimos en la comunión del Espíritu Santo, que es el compañerismo o la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La comunión del Espíritu Santo es tan importante que blasfemar de Él es sufrir el juicio eterno. Cualquier otro pecado puede ser perdonado; mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada (Mateo 12:31-32). Blasfemar del SEÑOR Dios era castigado con la muerte en el Antiguo Testamento (Levítico 24:15, 16). En el Nuevo Testamento blasfemar del Espíritu resulta en el juicio eterno. Blasfemar contra el Espíritu Santo es blasfemar contra la esencia misma del Espíritu de Dios. Es un pecado contra el esfuerzo constante del Espíritu Santo para que nos arrepintamos y creamos en Jesucristo. Es una actitud desafiante hasta el final de esta vida.

La comunión con el Espíritu es tan importante porque nosotros estamos unidos a Cristo en los vínculos del Espíritu Santo. Nos comunicamos con Él y Él con nosotros. Él es nuestro maestro y guía. Él nos conduce. Él es nuestro abogado que interpreta los deseos de nuestro corazón y la voluntad de Dios. Él nos da el poder para hacer la voluntad de Dios. Él nos convence de pecado y nos exhorta a ir a la fuente de limpieza.

Nuestra comunión con el Espíritu es de suma importancia porque Él busca  asociación con nosotros en la vida y ministerio. Sus recursos son ilimitados, inagotables, y Su poder es invencible. Él anhela una comunión íntima con nosotros. Él anhela ser admitido a la vida interior del alma.

Sin embargo, hay actitudes, reservas, intereses, incredulidad, decrecimiento en la oración, ambiciones egoístas, orgullo, soberbia, ira, amargura, etc. que  entristece y  apaga Su obra.

Cuando nosotros estamos de acuerdo con Él, la personalidad del creyente es acelerada y santificada. Nuestro deseo es estar en comunión constante con Él.

Cuando colaboramos con Él, Él viene a darnos una vida cotidiana que se desborda con el fruto del Espíritu. Cuando nosotros estamos de acuerdo con Él es Su poder operando en y a través de nosotros. El ministerio se convierte en una aventura diaria con Él en el timón. Nuestra compasión por los necesitados es profundizada e ilustrada. Nuestra compasión por el alma perdida se fortalece y oramos con pasión que ellos serán salvos. Los cristianos ordinarios  están bajo el control del Espíritu Santo. Ellos pueden hacer cualquier cosa que Dios les mande hacer.

El compañerismo, la participación conjunta, la colaboración y la comunión con el Espíritu Santo es la comunión con el SEÑOR Dios. Debe afectar todo lo que hacemos en nuestra vida cristiana y el ministerio.

La unidad espiritual verdadera viene de dentro, es un asunto del corazón, y se basa en esta relación. Por eso Pablo en Filipenses 2:1 hace un llamamiento a los creyentes en la fuerza de esta relación única con el Espíritu. Nosotros podríamos traducir "si" con "vista en el hecho de que," o "ya que"  usted disfruta de esta "comunión con el Espíritu", como resultado del ministerio permanente de la morada del Espíritu (1 Cor. 6:19). Esto puede referirse, sin embargo, a la comunión que viene del Espíritu Santo, así como el  aliento viene de Cristo y el consuelo viene del amor.

No  abandonando la dulce comunión del Espíritu Santo en la vida y ministerio.

Selah!

Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin